República Dominicana – En la historia de la música tropical dominicana, pocas canciones han logrado capturar el alma de un equipo y de un pueblo de la manera en que lo hizo “Yo Soy Aguilucho Desde Chiquitico”, interpretada por el legendario merenguero Diomedes Núñez. Esta canción se ha convertido en un himno, no solo para los fanáticos de las Águilas Cibaeñas, sino para toda la comunidad dominicana, independientemente de su equipo de béisbol favorito.
La canción que define a las Águilas Cibaeñas
Aunque otros equipos tienen sus propios himnos, como “Que te coma el tigre del Licey” de Toño Rosario, “Las Estrellas Orientales” de Vakero, o “Duro de Matar al Escogido” de los Hermanos Rosario, ninguna canción ha tenido el impacto de “Yo Soy Aguilucho Desde Chiquitico”. Esta pieza musical tiene ese toque único, lleno de sabor y energía dominicana, que logra captar la esencia del pueblo, el béisbol y la tradición de las Águilas Cibaeñas.
Lo que la hace aún más especial es la capacidad de Diomedes Núñez y su grupo de hacerla tan pegajosa, alegre y, sobre todo, identificable. “Digaselo a Dios, digaselo a Cristo, yo soy aguilucho desde chiquitico” es un canto de orgullo que resuena en cada rincón de la isla, un himno que genera emociones intensas y que, de alguna manera, nos une como dominicanos.
La letra y los jugadores estelares
La canción no solo celebra la afición y la identidad del equipo, sino que también rinde homenaje a los jugadores más representativos de las Águilas Cibaeñas. Con versos dedicados a figuras legendarias como Luis Polonia, Tony Peña, Chilote Llenas y Miguel Dilone, la canción se convierte en un retrato musical de los momentos más gloriosos del equipo.
La letra incluso menciona a otras figuras importantes, como Félix Fermín, y resalta la figura del “rey Arturo”, aludiendo al pitcher Arturo Peña, y su “fuego” en el montículo.
A lo largo de la canción, Diomedes también menciona a muchos otros jugadores que han sido pilares de las Águilas, desde los más veteranos hasta los más recientes, como Nelson Díaz, Gabriel Grullón y Alberto Castillo. Esta inclusión muestra la conexión profunda entre los fanáticos y su equipo, quienes celebran tanto a los héroes del pasado como a los de la actualidad.
Un Himno para todos
A pesar de que soy una fanática del Licey, tengo que admitir que de todos los equipos, el himno más representativo de la dominicanidad, el que mejor refleja la pasión por el béisbol y nuestra cultura, lo tienen las Águilas Cibaeñas con “Yo Soy Aguilucho Desde Chiquitico”.
La letra de esta canción es tan vibrante y tan llena de vida, que se convierte en la banda sonora de cualquier reunión o fiesta que esté llena de béisbol. Su pegajoso coro incita al baile y la alegría, haciendo que todos, sin importar su equipo, canten y disfruten de su mensaje.
La Pérdida de una Estrella
Este domingo, el mundo de la música tropical se vistió de luto con la partida de Diomedes Núñez, uno de los más grandes exponentes del merengue. A sus 60 años, Diomedes dejó un legado que va más allá de sus canciones, con una influencia que perdurará por siempre en el corazón de los dominicanos.
Hoy, más que nunca, su canción “Yo Soy Aguilucho Desde Chiquitico” cobra un significado aún más profundo, al igual que su memoria en el mundo de la música.
El merenguero, quien también fue reconocido por su inconfundible voz y su estilo único, dedicó su vida a llevar la alegría de la música a millones. Durante su carrera, se destacó como una de las figuras más representativas de los “Años Dorados del Merengue” y dejó su huella en la música caribeña.
En abril de 2024, Diomedes fue diagnosticado con una afección renal grave, que lo llevó a someterse a tratamiento de diálisis. Pese a las dificultades que enfrentó en sus últimos días, continuó llevando su música a los escenarios, dejando en cada presentación un pedazo de su alma.
La noticia de su fallecimiento fue confirmada por el productor musical Bebeto TV, quien compartió en redes sociales un emotivo mensaje: “Lamentablemente, acaba de fallecer el merenguero Diomedes debido a complicaciones de salud. Paz a su alma, que Dios lo tenga en la gloria. Te queremos, descansa en paz”.