Hace 15 años se realiza la Gala de Estrellas de la Danza Mundial, en el Teatro Nacional, a beneficio de la Fundación Nido Para Angeles, de niños y adolescentes con parálisis cerebral, dirigida por la bailarina Mónika Despradel. Abrió José Antonio Rodriguez con la canción de la fundación junto a niños de la misma.
El sábado fue la fiesta que, permite año tras año, dialogar a artistas de la danza del mundo entero en el escenario del Teatro Nacional. En el lobby, dibujos del desaparecido maestro de la plástica Aquiles Azar formaban parte de los esfuerzos de apoyo a la labor benéfica.
La XV Gala de Estrellas de la Danza Mundial contó en esta ocasión con una sorpresa. La presencia de la bailarina dominicana Alexa Torres, quien después de lograr ser solista del Ballet de Boston, ha tenido la gracia de convertirse en bailarina de La Opera de París, algo que logra una dominicana por primera vez.
Para que se tenga una idea, su logro en el arte danzario es como lograr el título de campeona olímpica que ha logrado Marysleidi Paulino en los 400 metros planos.
Mónica Despradel, presidenta de la fundación y productora ejecutiva de la gala, quiso su presencia en la gala y no se hizo esperar. Bastó un ensayo y ahí estuvo Alexa con La muerte del cisne que hace 105 años Anna Pavlova convirtiera en obra en el Teatro Mariinsky, gracias a la coreografía de Mijail Fokine, salido de El Carnaval de los Animales, de Saint Saenz. Su interpretación permitió mostrar la hermosa plasticidad de Alexa y su inclinación natural –quizás gracias a su maestra Norma García, en Santiago de los Caballeros-, desde su estructura mental hasta su arboladura física, hacia lo clásico.
En la gala sobresalieron los pas de deux de Cristina Casa e Ion Agirretxe, de la Compañía de Danza de España en Loss y Contigo. Y la de Dani Hernández y Ana Lorena Boyd, de las compañías nacionales de ballet de Cuba y Panamá, respectivamente, en Aguas primaverales y Corsario, en admirables interpretaciones. De Canadá 4 seasons con coreografía de Mauro Bigonzetti , en los cuerpos de Raquel Buriazzi y Celestine F. Boutin, quien llegó en sustitución de Esnel Ramos. Y finalmente los más aplaudidos Soledad Buss y César Peral, de Argentina por Buenos Aires y Fervor Tanguero.
Como solista fue impactante y muy aplaudida la Exploración de una pérdida, de Maura Morales, cubana establecida en Alemania, con coreografía propia, efectivo diseño de luces, música de Michio Woirgardt y un trabajo corporal que deslumbró.
El Ballet Nacional Dominicano, logró con Unicor, coreografía de la belga Annabelle López Ochoa, una imagen atractivamente contemporánea en escena y a pesar de que se ve un trabajo grupal que busca lo monolítico, logró unísonos destacables. Con Desde el silencio sobresalieron Alexander Duval y Raimundo Rodriguez, el segundo una nueva figura descollante del colectivo dominicano.