Cesarina Fabián tiene más de 22 años de servicio en el sector social y aseguró que seguirá hasta que Dios le dé vida para seguir ayudando a la gente
Cesarina Fabián fermentó a temprana edad la solidaridad activa con los grupos sociales en desventaja y que necesitan de una mano amiga. “Traigo en mi ADN”, dice en referencia a eso, pues lo heredó de su padre, a quien desde pequeña acompañaba a realizar labores sociales a favor de las personas más vulnerables en su pueblo natal, Dajabón.
Con el pasar de los años y convencida de que la labor social es responsabilidad de muchos, cultivó el acercamiento a numerosas organizaciones que le han permitido en su carrera profesional dentro del sector social seguir creciendo y apoyar en diferentes temas.
Desde hace más de una década sus intereses se centran en su tarea, desde la dirección ejecutiva de Habitad para la Humanidad en el país, de contribuir con el derecho a una vivienda adecuada para la población vulnerable y por la mejora sostenida y del entorno comunitario.
- Llegada a la capital
Nací en Dajabón, soy hija de Andrés Fabián y Soria Medina, unos padres abnegados y entregados a su familia. Soy la menor de 8 hermanos, 5 hembras y 3 varones que ya falleciron, solo quedamos mis hermanas y yo. Como era la más pequeña, fui la más consentida de papá, él me decía El Nidal. Papá hace 27 años que falleció, pero mamá no, ella llegó a conocer a todos los nietos. Mi padre fue un filántropo de la época, un hombre con una posición holgada, vivía muy tocado de apoyar a la gente en condiciones vulnerables de diferentes maneras. Si alguien necesitaba ir al médico, un medicamento, comida, un artículo para la casa, siempre lo apoyaba. Cuando había sequía en los campos en Dajabón, salía en su camioneta a repartir tanques de agua a las comunidades más empobrecidas. Recuerdo que de pequeña venía con frecuencia a la capital a pasar las vacaciones donde hermanas, también a casa de mi hermano mayor en los Estados Unidos. A los 17 años vine a la capital a vivir con mi hermana mayor a Los Prados”. - Vivencias con su padre
A pesar de que papá murió cuando estaba pequeña, tengo muchas vivencias con él. Algo que me tocó mucho en mi niñez fue el caso de tres personas que vivían en un campo muy pobre de Dajabón, era un señor que estaba en silla de ruedas, una señora con discapacidad visual y otra más joven tenían problemas mentales, a quienes mi padre suplía de alimentos y medicamentos. A lo primero ellos iban a su negocio en el pueblo y él los suplía de todo, pero después iba a su casa. Los 24 de diciembre papá les preparaba una cena de Navidad, entonces iba con él a ese campo a las 4:00 de la tarde a compartir con ellos, después regresábamos a la casa ya para cenar en familia. Cuando papá murió esos señores estaban destrozados, fue mucha gente de los campos a su funeral. Después, mamá siguió apoyando a esa familia hasta que fueron falleciendo. Papá siempre nos decía: señores tienen que ver cómo vive la gente… Eso me tocó la fibra de la sensibilidad, es algo que viví desde pequeña y hasta el sol de hoy lo practico. Tengo más de 22 años en el sector social y voy a seguir hasta que Dios me dé vida para seguir ayudando a la gente”. - Experiencia extraordinaria
Casada con mi esposo José Orlando Mézquita y mi hijo mayor Orlando José de un año entré a formar parte de la banca privada, donde laboré por 10 años y donde alcancé la posición de 2do. VP. Fue una experiencia extraordinaria que me permitió poner en práctica y afianzar mis conocimientos universitarios en Economía y Finanzas. Recuerdo que con el embarazo de Orlandito, como le decimos, los primeros 3 meses fueron muy complicados, tenía muchas náuseas. Una de mis hermanas vivía casi frente a mi casa, tenía una matica de cereza en su patio y todos los días antes de ir a trabajar cogía de las cerecitas nuevas, las ponía en una servilleta y me las comía todo el camino, eso me asentaba el estómago. También comía mucho hielo. Antes de dar a luz, boté en mi casa lo que le llaman el tapón mucoso, entonces cogí mi maleta y me fui con mi mamá y mi esposo para la clínica, pero el médico me dijo que apenas tenía dos centímetros de dilatación, que podía pasar una semana así, como primeriza al fin. También me dijo que si al viernes no avanzaba me induciría el parto y así fue, ese viernes me ingresó. A las 7 de la noche el médico rompió la membrana, me explicó que yo aguantaba hasta el otro día, pero el bebé no, que me haría una cesárea, entonces me puse histérica. Él no quiso decirle nada a mi familia para que no se preocuparan. Salí del quirófano a las 8 de la noche, al ser la menor y el nieto menor eso fue una algarabía en mi casa”. - Linda vivencia
Siete años después de estar en la banca nació mi segundo hijo, como era una cesárea programada elegí un viernes para poder descansar en el fin de semana y aprovechar el apoyo de la familia. Mi esposo tenía un libro de biología donde estaba en dibujo todo el proceso de crecimiento de un bebé desde la concepción hasta su formación y como mis hijos se llevan 7 años de diferencia, nosotros junto con Orlandito seguíamos todo ese proceso mes por mes. Eso hizo que mi hijo mayor no sintiera esos celos que casi siempre sienten los hermanitos cuando se sienten desplazados por el bebé nuevo. Al niño le pusimos José Andrés, su segundo nombre en honor a mi papá. En la familia ese nombre es algo importante, todos mis hermanos tienen un Andrés y los que no tuvieron varones le pusieron Andrea a su hija en honor a papá”. - Encuentro con Dios
En 1996 tuve mi encuentro con Dios. Una familia muy querida, era como mi segunda madre, tiene poco más de un año que murió, me preguntó un día si quería que llevara a un pastor a mi casa para hacer una oración, cantar las alabanzas y leer la Palabra. Cuando ese pastor dio ese mensaje, mi esposo y yo quedamos tocados por ese encuentro maravilloso con el Señor al igual que mis hijos. Esa fue la mejor noticia para mamá, quien al año murió. Mi esposo, Orlandito que tenía 12 años y yo nos bautizamos, pero José Andrés no, era muy pequeño, tenía 5 años, él lloró mucho por eso. Una vez en un culto de jovencitos, Orlandito y otro niño lo dirigieron, ese niño si el pastor decía vamos a buscar tal salmo, era el primero que lo encontraba en la Biblia. Mamá sufría de artritis y estaba en silla de ruedas, y le pedía que le orara, entonces él se arrodillaba, le ponía la mano y oraba, era un momento bellísimo. Gracias a Dios mis hijos son extraordinarios, claro cada uno con sus fortalezas y debilidades como todos los seres humanos. Ambos viven fuera del país, Orlandito está casado y tiene dos hijos hermosos, pero José Andrés no. En días pasados lo asignaron como copa-pastor”. - Experiencia fuera de serie
En 2003 un pastor amigo me invitó a participar en el equipo de los Juegos Panamericanos, aunque no tenía experiencia en eso, y no sabía nada de logística le dije vamos a ver qué es lo que hay, entonces me involucré. Me pusieron como Encargada de Logística del Centro Olímpico, tenía más de 40 personas bajo mi supervisión, fueron 17 días intensos desde las 4:00 de la madrugada hasta las 7:00 de la noche. El día de cierre corrió Félix Sánchez, recuerdo que preparamos el pabellón de voleibol, allí se concentraron los 3 mil atletas que vinieron de los diferentes países a quienes suplimos todo lo que necesitaban, también enviábamos materiales y equipos a los diferentes centros y disciplinas. Eso fue en agosto, quedaron satisfechos con mi trabajo que me propusieron quedarme hasta diciembre. Fue una experiencia fuera de serie, todavía conservo muchas amistades de esa época”. - Apoyo a iglesias y sector social
Desde 2002 apoyo de manera independiente y de diferentes formas a algunas iglesias evangélicas en sectores deprimidos de la capital y del interior del país. Les distribuimos mochilas con útiles escolares, regalos para las madres y para los niños en Navidad, medicamentos de manera puntual a familias, entre otras cosas. A partir de 2005 formé parte de la Oficina de Enlace con la Comunidad Cristiana y el Poder Ejecutivo, éramos dos, mi supervisor y yo como la segunda en mando en esa oficina que está en Palacio. Allí tuve la oportunidad de alcanzar mayor impacto en las familias de escasos recursos, a través de las iglesias y concilios evangélicos visitaba los barrios para apoyar a las personas en sus diferentes necesidades. Esa experiencia me adentró en el sector social, donde gracias a Dios me dio la oportunidad de servir a mucha gente, porque me enfoqué en trabajar con pastores de los barrios más vulnerables que son los más necesitados”. - Habitad para la Humanidad
Estando en la oficina de enlace me involucré de manera paralela en la organización sin fines de lucro Habitad para la Humanidad. Un amigo me habló de lo que hacía la institución, él era miembro de la Junta Directiva. Cuando le dije que sí, me pidió un currículum para presentarlo en una asamblea a la que quería que asistiera, me presentó y me recibieron como miembro, eso fue 2007 y en diciembre de 2009 me propusieron para que asumiera al equipo de colaboradores y acepté, pues ya conocía la organización, llevaba más de dos años en la Junta Directiva. Recién estrenando el puesto de directora interina de Habitad, transcurridos 10 días del mes de enero de 2010 ocurrió el terremoto en Haití”. - Terremoto en Haití
El terremoto en Haití revolucionó la organización a nivel global y por supuesto a Habitad Dominicana. Vinieron personas de Atlanta, de Costa Rica que es donde está la oficina de área y me propusieron apoyar ese país, como Habitad trabaja con el tema de una vivienda digna para personas de bajos ingresos. Toda la comunicación con Haití se cortó, solamente había por tierra, recibí más de 100 personas de diferentes partes del mundo a quienes hospedamos en hoteles y aparthoteles, algunos se movilizaron a Haití y otros trabajaban desde aquí. Buscamos 60 voluntarios, nos prestaron una nave industrial, nosotros preparamos 3,500 kits de emergencia y compramos 6 vehículos los mandamos para allá. El personal de aquí viajaba con frecuencia a Haití para ese trasiego de mercancía, a veces llevaban a los directivos que vinieron de Atlanta. Gracias a Dios salimos victoriosos, la sede en Atlanta nos hizo un reconocimiento por lo bien que manejamos esa emergencia. En febrero 2010 me confirmaron en la posición y ya tengo 8 años”. - Visión Fund
En 2016 paso a formar parte de la junta de Vision Fund, que empezó como una ONG que facilita acceso al crédito a personas de escasos recursos, principalmente a los padres de los niños que son beneficiados a través de los programas de Visión Mundial. Ahí pasé a ser miembro de la Junta Directiva de Alianza ONG, una organización social que aglutina las 44 ONGs más grandes del país. Fui presidenta durante dos períodos consecutivos, que concluyó en 2023. Hasta hace más de un año me entregaron un reconocimiento. Casi terminando en Alianza me invitaron a formar parte de la junta directiva de Fundación la Merced, que trabaja con niños. Cuando salí de Alianza me invitaron de Aldeas Infantiles SOS que también trabaja con niños como Miembro Asociado. En ese ínterin me invitaron también para ser miembro de la junta directiva de AFS Intercultura, una ONG que hace intercambios estudiantiles y de voluntariado con jóvenes dominicanos y extranjeros”.
Medalla al Mérito
“Ese premio me cogió de sorpresa, fue muy agradable, me ayuda mucho con el crecimiento profesional y mi posicionamiento dentro del sector social, además me compromete públicamente a seguir trabajando para cada día llegar a más familias, y desde mi posición trabajar e incidir con los tomadores de decisiones a nivel de Gobierno, de senadores y de diputados para que las leyes cambien y cada día las personas más vulnerables de nuestro país puedan tener acceso a mejores condiciones de vida que les permita obtener los medios para producir y puedan ser autosuficientes.
Nosotros como canales podemos incidir en un cambio de política y de leyes, no solo en el tema de la vivienda que es un tema transversal bastante fuerte, sino en todos los diferentes temas como salud, educación, niñez, envejecientes, entre muchos otros”.