Un momento inolvidable para Frank Rainieri Marranzini fue en 2014 al recibir el reconocimiento como “Embajador Extraordinario y Plenipotenciario”
Frank Rafael Rainieri Marranzini nació en el seno de una familia hospitalaria, de la cual heredó el espíritu emprendedor y aventurero. Sus abuelos paternos llegaron a la República Dominicana en 1898 procedentes del norte de Italia y establecieron sus negocios, uno en Puerto Plata y el otro en Santiago.
“De mi familia heredé el espíritu emprendedor, pues siento que gracias a ellos y al amor que mis padres me inculcaron por el trabajo ciertamente el turismo está en mis venas”, indicó el empresario, que inició su vida profesional y empresarial muy joven.
Entiende que la visión, pasión, trabajo y perseverancia son los pilares que han marcado su camino a lo largo de los años, y recordó que hace 52, en un lugar remoto, inaccesible y paradisíaco de la costa este del país, abriría camino al nacimiento del destino turístico más importante del país y de Centroamérica: Punta Cana, “mi gran amor y proyecto de vida”, indica.
1. Espíritu emprendedor
Me considero el hijo más inquieto y rebelde, pues siempre tuve esa rebeldía natural de un adolescente a quien la injusticia le molestaba. Por esa razón a los 15 años, por el temor de una represalia del régimen, mi madre me envió a Nueva York a completar mis estudios escolares. Heredé de mi familia el espíritu emprendedor y aventurero. Mis abuelos paternos Isidoro Rainieri y Bianca Franceschini de Rainieri migraron desde Italia a la República Dominicana en 1898 y se asentaron en Puerto Plata, donde inauguraron el Gran Hotel del Comercio y el Hotel Europa. En Santiago de los Caballeros abrieron el Hotel Rainieri. Ellos tuvieron nueve hijos, dos varones y siete mujeres. La vida les sonreía hasta que, en 1912 Isidoro murió y dejó a doña Bianca viuda con apenas 35 años. Poco después su hijo mayor también murió. Sus hijos crecieron, hicieron sus vidas y crearon sus propios proyectos de vida, de ahí nacieron las familias Imbert Rainieri, Ginebra Rainieri, Harper Rainieri, Maltes Rainieri y Barletta Rainieri. Siento que gracias a ellos y al amor que mis padres me inculcaron por el trabajo, ciertamente el turismo está en mis venas”.
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2. Familia de comerciantes
Mi padre, Francisco Rainieri Franceschini, el único varón que sobrevivió se casó con mi madre doña Venecia Marranzini, ella era descendiente directa de italianos, que también llegaron al país a finales del siglo XIX. Era viuda y con un pequeño hijo que se llamaba Luis Manuel Machado, que fue adoptado por mi padre como si fuera suyo. Luego nacimos yo y Fernando. Mi madre no se limitó a ser una simple ama de casa, se había criado junto a su familia alrededor de las actividades comerciales. La más importante y conocida fue la Casa Marranzini, que duró varias décadas, pero quebró con la gran depresión en 1929. Mi madre era una negociante nata, nos enseñó a sus hijos el sentido del ahorro, del trabajo duro y honrado. Para completar el ingreso familiar desarrolló muchas actividades con el pequeño comercio, así pues, la vida de los Rainieri Marranzini, de sus tres hijos Luis, Fernando y Frank transcurrió durante los 31 años que duró la dictadura de Trujillo”.
3. Primera promoción de 1967
Inicié mis estudios de Licenciatura en Administración de Empresas en el Saint Joseph College de Philadelphia, los cuales concluí en la Universidad APEC en Santo Domingo. Tengo el honor y el placer de ser parte de la primera promoción del Instituto de Estudios Superiores (I.E.S.) 1967, precursor de Unapec, por lo que hace ya 54 años que estuve sentado en el patio de lo que hoy es su campus principal. En aquella época, solo éramos poco más de 200 estudiantes en ese plantel. El país concluía una guerra civil, se iniciaba un proceso de elecciones y apenas habían transcurrido poco más de 5 años del final de la dictadura de Trujillo. Nuestro suelo estaba ocupado por tropas extranjeras, el ruido del tableteo de armas de fuego y ocasionales bombas interrumpían la tranquilidad de las noches. Muchas personas emigraron hacia otros países, algunos no tenían fe en el futuro de nuestra nación, había división y los grupos de extrema derecha e izquierda se enfrentaban y para completar, nuestra casa de estudios vivía bajo amenaza de grupos de estudiantes de la otra única universidad existente en la ciudad para que cerrara sus puertas”.
4. Profundo agradecimiento
En 1967 vivimos tiempos muy, muy difíciles, en el centro de estudios, decidimos con el apoyo de nuestros profesores y de los fundadores de la institución permanecer abiertos y continuar nuestra rutina estudiantil, en la seguridad de que superaríamos la crisis y de que con visión, perseverancia, arduo trabajo y dedicación triunfaríamos. Como estudiante de esa primera promoción, opté por ver las oportunidades y con visión, perseverancia, mucho trabajo y fe en Dios inicié una aventura en un lugar remoto de nuestro país que hoy se ha convertido en un destino turístico reconocido internacionalmente. Lo que aquí aprendí marcó mi vida y es la razón de mi profundo agradecimiento a quienes fueron mis profesores y que, con sus enseñanzas contribuyeron a equiparme mejor para desenvolverme en la vida y actuar con base en los principios sobre los que se cimenta esta universidad”.
5. Visión pionera
Desde nuestros inicios, hemos trabajado con una visión pionera. Hace 52 años, en un lugar inaccesible y paradisíaco de la costa este del país abrimos camino al nacimiento del destino turístico más importante del país y Centroamérica: Punta Cana, mi gran amor y proyecto de vida. La historia inicia en 1969 con mi llegada a la región, en ese entonces llamada Yauya o Punta Borrachón, junto a un grupo de norteamericanos liderados por el abogado neoyorquino Theodore W. Kheel. Diez cabañitas frente al mar con techo recubierto de cana en el antiguo Puntacana Club, primer hotel de la zona dieron inicio a lo que hoy es el Grupo Puntacana y al desarrollo de una comunidad turística que respeta la naturaleza e impulsa la responsabilidad social. A la vez ofrece a sus visitantes una experiencia única. Ha sido un trayecto continuo de pequeños logros”.
6. Lección significativa
Actualmente, siendo presidente de la Asociación Dominicana de Aeropuertos de la República Dominicana, miembro del Consejo Nacional de Competitividad por el Sector Privado, parte del Clinton Global Initiative y el Consejo de la World Travel and Tourism Council (WTTC), la lección más significativa que he aprendido es poder trabajar en equipo y compartir el conocimiento de todos para un bien común y mayor”.
7. Momento inolvidable
Un momento inolvidable fue en 2014 cuando recibí el reconocimiento como Embajador Extraordinario y Plenipotenciario. También cuando en 2019 recibí la Condecoración de la Gran Cruz de la Orden Pro Merito Melitensi, otorgada por el príncipe y gran Maestro de la Orden de Malta en Roma, su alteza eminentísima Fray Giacomo Dalla Torre Del Tempio Di Sanguinetto, a aquellos hombres que han honrado con prestigio y con sus obras a la Orden de Malta. Conjuntamente con la Asociación de la Orden de Malta y sus Hospitalarios en nuestro país, he asumido las labores tanto de servicio, aportes y contribuciones en favor de los menos favorecidos y los enfermos de nuestra comunidad en adición a las responsabilidades de carácter diplomático, según dictan los principios de la Orden. En 2015 fui nombrado por decreto presidencial como Miembro del Consejo del Sector Privado del Consejo Nacional de Competitividad de la República Dominicana, conjuntamente con un reducido grupo de los más relevantes empresarios del país”.
8. Esposa e hijos
Conocí a Haydée Kuret en un hecho casual, pero relacionado al turismo como todo en la vida de nosotros. El Ministerio de Turismo, ya casi al final de la noche del coctel que ofreció, vi a una amiga y fui a conversar con ella. En ese momento llegó Haydée y le preguntó por una persona. Recuerdo que mi amiga le dijo que se quedara conmigo en lo que iba a ver si la veía. comenzamos a conversar y realmente me sorprendió. Haydée tenía 18 años y me sorprendió porque el tema que abordamos fue muy diferente al de un pleno reinado de belleza. Hablamos de que ella había pasado un par de semanas en Duvergé trabajando con las monjas del Colegio Santo Domingo en obras sociales. Eso me impresionó, pues para mí las obras sociales siempre han sido parte de mi vida. En eso, llegó la mamá de Pichy Vega, el arquitecto, ella fue la persona que había convencido al papá de Haydée para que participara en el reinado de Miss República Dominicana. En eso nos dijo: Frank y Haydée ustedes hacen una linda parejita, y nos dijo que iba a convidar a un grupo al Hotel Hispaniola, que por qué no la acompañábamos y a partir de ahí no nos hemos vuelto a separar. Nos casamos y tenemos tres hijos: Paola, Francesca y Frank Elías”.
9. Unidos por la misma pasión
Haidée es una gran mujer siempre integrada y comprometida con el conglomerado de empresas. Creo que algo que nos une a la familia es nuestra pasión. La pasión no es mía, sino de mi familia, porque para mis hijos Punta Cana es su hermano y para mis nietos es su vida. Es un sueño que no es solo mío, sino que fue creciendo y hoy todos estamos involucrados. Esta aventura no sería posible sin el apoyo incondicional desde el primer día de mi esposa Haydée. También por el apoyo de mis hijos quienes ahora dirigen Grupo Puntacana, todos comprometidos con el desarrollo turístico de Punta Cana y la República Dominicana”.
10. Duro golpe
Mi involucramiento en Punta Cana, en una forma tan profunda tuvo que ver con un golpe en la vida. Tenía a mi novia de toda la vida, nos íbamos a casar e incluso fijamos fecha para la boda. Ella iba a Nueva York a comprarse el vestido y el avión cayó y ella murió. Yo, en ese momento con 24 años, quedé destruido. De pronto, en el segundo mes dije ahora tengo que trabajar, dedicarme, pero ya no quería hacer lo mismo que estaba haciendo, ni quería estar en mi círculo social, ni en la ciudad. Entonces me vine a un lugar remoto a construir un sueño. En vez de dedicarme a tomar o ir al psicólogo, Punta Cana se convirtió en mi psiquiatra, en mi psicólogo y en mi amor. No puedes predecir cómo la vida puede sorprenderte y cambiar tu rumbo para siempre”.
Reconocimientos
“Como presidente de Fundación Grupo Puntacana, creo que uno de los reconocimientos más significativos fue ser designado por la Organización Mundial de Turismo (OMT) como Embajador de Turismo Sostenible. Fue un reconocimiento que representó un gran honor no solo a nivel personal, sino también para la familia Grupo Puntacana y la República Dominicana. Por mis aportes a la comunidad también me han hecho merecedor de numerosos reconocimientos locales e internacionales como fue el de Joven Sobresaliente por el Capítulo Jaycee’s en 1978. Importante es citar la alta distinción Presidential Citation Award otorgado en 1985 por el entonces presidente de los Estados Unidos, Ronald Reagan.
En ese mismo año, fui escogido por la Organización de las Naciones Unidas para representar al país en el seminario de Jóvenes Emprendedores en Países en Desarrollo, en Ginebra, Suiza. En 1999 fui galardonado como “Hotelero del Año” por la Asociación de Hoteles del Caribe. Ha recibido además, de manos de la Academia Americana de Ciencias de la Hospitalidad (AAHS) la distinción del 5 Diamond Award por su iniciativa y labor pionera en materia de desarrollo del turismo sostenible en la República Dominicana”.
Gratitud
“Esta aventura no sería posible sin el apoyo incondicional de mi esposa Haydée y de mis hijos Frank Elías, Paola y Francesca, quienes ahora dirigen Grupo Puntacana”.
Respeto
“Creo que algo que nos une a la familia es nuestra pasión, porque para mis hijos Punta Cana es su hermano y para mis nietos es su vida”.
Orgullo
“Mi madre no se limitó a ser una simple ama de casa, era una negociante nata, nos enseñó el sentido del ahorro, del trabajo duro y honrado”.
Opinión
“Me considero el hijo más inquieto y rebelde, pues siempre tuve esa rebeldía natural de un adolescente a quien la injusticia le molestaba”.