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Pasada la era de los grandes líderes, el perfil de los presidenciables cambia significativamente. Las cualidades que antes eran casi imprescindibles, hoy no son tan necesarias. El carisma, la oratoria sobresaliente y el estilo distante y misterioso, son cada vez menos importantes. Ahora se buscan líderes más prácticos, y son más determinantes otras cualidades, como la capacidad gerencial y la cercanía con la gente. Se podría decir que hoy es más fácil ser líder con potencial de llegar a la Presidencia. Un cambio que va en sintonía con lo expuesto por Moisés Naím en su libro El fin del poder, donde señala que el poder hoy es más fácil de obtener. Los líderes tipo Joaquín Balaguer, e incluso Leonel Fernández, que aún mantiene vigencia, son sustituidos por figuras menos místicas, y más aterrizadas, como Luis Abinader y Danilo Medina. Ahí también entra la otra parte que advierte Naím. Aunque es más fácil de conseguir, el poder también es más difícil de retener, por varias razones. Una de ellas es que ahora entran más competidores en escena y otro factor importante es que ahora los que llegan al poder se enfrentan a limitaciones distintas, como el monitoreo de la sociedad a través de nuevos mecanismos, algo que no tuvieron que enfrentar sus antecesores.

El perfil

Un vistazo a la lista de presidenciables de los principales partidos confirma que el perfil está cambiando. En el 1996, un Leonel Fernández muy poco conocido hasta cuatro años antes, llegó al puesto más importante al que puede aspirar un político, gracias, primero a su indiscutible ángel, o carisma, y luego por su extraordinaria capacidad expositora. Todo eso fue coronado por el apoyo de dos grandes líderes, pero esto último no hubiese sido posible si Fernández no contaba con las características mencionadas. Hasta ese momento, Leonel no había sido ni suplente de regidor y sin embargo, logró enamorar al electorado. En ese entonces, algo así era posible. Pero las cosas han cambiado.

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