En deportes y en política el contendiente “a vencer” es el que se supone que tiene mayores posibilidades que los demás en la competencia, es decir, el que por algunas razones es el favorito de la mayoría, el que encabeza las apuestas. En el caso de la política, y específicamente la local, con demasiada frecuencia, el candidato a vencer es el que termina venciendo. Si vemos las elecciones presidenciales desde 1996, a la fecha, el candidato a vencer ha resultado el vencedor en cinco de siete ocasiones.
El primer caso
Desde 1994 se requiere en el sistema electoral dominicano la mitad de los votos más uno para llegar a la presidencia de la República. El sistema de doble vuelta se presta para que caiga el favorito en caso de que el asunto se defina en una segunda ronda. Fue lo que ocurrió en las elecciones del 1996. Al principio de ese proceso, parecía que el triunfo de José Francisco Peña Gómez era un asunto de puro trámite. Una serie de factores, coronados por la alianza de Joaquín Balaguer y Juan Bosch provocó la victoria de Leonel Fernández, que derrotó a un líder que tenía más de dos años siendo el favorito, o sea, era el candidato a vencer, que en este caso, fue vencido.
Los demás
Cuatro años después ganó Hipólito Mejía, quien desde temprano era el favorito del proceso, pues era puntero y lo que estaba por verse era si podía alzarse con el triunfo en primera vuelta. En los dos comicios sucesivos, en el 2004 y en el 2008, tampoco hubo sorpresas, porque en ambas ocasiones ganó Leonel Fernández, ahora en condición de candidato favorito. En el 12, se produce la segunda sorpresa cuando Danilo Medina logra vencer una considerable ventaja que le llevaba un renovado Hipólito, que por cierto, había dado una sorpresa en el proceso interno de su partido, el PRD. Medina ganó en el 16, pero ahora como el candidato fuerte. El 2020 fue una situación particular en la que el PLD dejó de ser la opción favorita tan pronto se dividió, por lo que se podría decir que Luis Abinader era el candidato a vencer.