Durante los días miércoles, jueves y viernes de la pasada semana, tuvimos un respiro parcial en medio de la aguda sequía regional que actualmente afecta a las islas del Caribe y a Centroamérica, ya que llovió torrencialmente en Punta Cana, Higüey, La Romana, El Seibo, Hato Mayor, San Pedro de Macorís, Boca Chica, Santo Domingo, Bayaguana, Río San Juan, Cabrera, Gaspar Hernández y Villa Altagracia, es decir, en toda la mitad este del país, donde no hay ninguna represa que pudiera almacenar acumulados de lluvias que en 48 horas superaron 50 milímetros por metro cuadrado, mientras que en la mitad occidental de nuestro país, desde Puerto Plata, Bonao y Baní, hacia la frontera con Haití, las lluvias fueron mínimas, exceptuando a Dajabón y a Polo, lo que indica que la mayor parte de esas aguas se perdieron en el mar sin que fueran aprovechadas para atenuar la sequía que afecta al territorio nacional.
Precisamente, las zonas de menos lluvias durante la pasada semana han sido las zonas más golpeadas por la sequía regional de este año 2018, es decir, la Línea Noroeste, el valle del lago Enriquillo, Pedernales y la mitad occidental de la sierra de Bahoruco (donde corre el agua del río El Mulito), toda la sierra de Neiba y su extensión oriental hacia Azua, Peralta y Padre Las Casas, lo que indica que las condiciones meteorológicas siguen siendo desfavorables para el Noroeste y para el Suroeste del país, con proyecciones de agravamiento de la sequía en lo que resta del año 2018 y en todo el próximo año 2019, lo que obliga a que en esas dos importantes regiones, caracterizadas históricamente por su baja pluviometría, y por su consecuente aridez, se mantengan las medidas tendentes al ahorro del agua escasa, fundamentalmente en las plantaciones agrícolas de alto consumo y en los sectores residenciales.
Y es que en la República Dominicana, durante décadas nos hemos acostumbrado al consumo excesivo del agua gratis, pues como casi nadie paga el servicio del suministro de agua, y los pocos que pagan el servicio de agua pagan tan poco dinero por el servicio, que es equivalente a decir que en este país el agua siempre ha sido gratis, lo que siempre ha motivado a la gente a desperdiciar el agua en los sistemas de riego agrícola, principalmente en los cultivos de arroz, en las duchas y fregaderos de los hogares, en los lavaderos de autos, y en las redes de distribución, siendo una pena que en la República Dominicana el 60% del agua potable que se coloca en las redes de distribución se pierda por fugas y por desperdicios.
Esa es la razón por la cual siempre hemos dicho, y escrito, que el agua es un recurso natural vital, que es valorado inversamente proporcional a su abundancia, porque quienes tienen mucha agua la valoran poco y la desperdician mucho, mientras, por el contrario, quienes tienen poca agua la valoran mucho y la desperdician poco, y aunque a diario escuchamos a algunas personas decir que el agua vale más que el oro, y que podemos vivir sin oro, pero nunca podríamos vivir sin agua, lo cual en términos pragmáticos es una gran verdad, la triste realidad es que ese discurso nunca ha estado acompañado de sinceridad, pues las mismas personas que a diario dicen que el agua vale más que el oro, son las mismas personas que a diario desperdician y botan el agua en la ducha, en los fregaderos y en los inodoros, pero nunca en su vida han botado un anillo de oro, ni prenda alguna de oro, y son las mismas personas que diariamente descargan los desechos de sus inodoros hacia las aguas superficiales y subterráneas vecinas, mientras mantienen siempre resplandecientes sus auríferas prendas genuinas, y por eso nuestras aguas exhiben el más alto grado de contaminación bacterial cloacal que alguien pueda imaginar o documentar.
Es tiempo ya de educar a la población respecto a la importancia del verdadero cuidado del agua y del medio ambiente, sin demagogias, ni fanatismos, pues mientras hemos estado erróneamente buscando en la minería al chivo expiatorio de todos los males ambientales y sociales, la sequía, y la contaminación bacterial cloacal que sale de cada vertedero de basuras y de cada hogar, están reduciendo y deteriorando nuestras reservas de agua en nuestras represas, canales de riego y acueductos, y están disminuyendo nuestra producción agrícola y nuestra calidad de vida, siendo urgente un plan de ordenamiento territorial y un programa de manejo integral de cada cuenca hidrográfica, para evitar sobreexplotar esas cuencas hidrográficas, construir trasvases de agua desde las cuencas que disponen de mucha agua hacia las cuencas secas y áridas, y cobrar el justo valor por el agua consumida, como forma de evitar el gran desperdicio del agua.