“Felicitar a un político por hacer obras con dinero público, es como aplaudir a un cajero automático por darte tu dinero”.
Hernández Suárez
Cada vez que inicia un año escolar tenemos que contemplar el espectáculo de múltiples políticos – en campaña permanente- haciendo donaciones de mochilas, mascotas y otros útiles escolares, a niños pobres; útiles comprados la mayoría de las veces con el dinero del Estado, lo cual indigna porque el Estado tiene los mecanismos y la estructura para atender las necesidades de esos niños y niñas; y así debe hacerlo sin intermediarios.
Pero todavía indigna más cuando son esas instancias estatales que les proporcionan a candidatos políticos esos útiles para que los usen a su favor en su campaña. Siempre me he preguntado ¿Por qué no las envían a las escuelas, a través del Ministerio de Educación? ¿Cuál es la necesidad de que llegue a un candidato, para que vaya a un programa de televisión a entregarlos, después de exponer a los niños y familiares a largas filas para acceder a ese programa? El aparataje y la cantidad de cámaras desdice de lo que es una obra social (“No dejes que tu mano izquierda sepa lo que hace la derecha”). Peor aún: cuando ese estudiante tiene que pasar un año escolar con la cara de ese fulano en la portada de un cuaderno o mochila, cuando debería ser una imagen de los símbolos patrios o algún personaje modelo de integridad moral y ética. Aspiro a que algún día podamos hacer conciencia de que esa práctica debe ser rechazada por los directores, padres y alumnos. ¡Qué bueno sería que se nieguen a hacerse esa foto denigrante recibiendo esas dadivas!, las cuales solo contribuyen a promover la indecencia. En nada contribuye a formar ese “ciudadano crítico, reflexivo y democrático… que desarrolla procesos de pensamiento lógico” a que aspira el currículo escolar. El Ministerio de Educación debe asumir su rol prohibiendo esa práctica, en vez de contribuir con ella proporcionándoles útiles desde el Instituto Nacional de Bienestar Estudiantil.
Esperamos que lo haga.