El capítulo 22 del Evangelio de Mateo, en los versículos 15 al 21 nos narra que los fariseos se reunieron para sorprender a Jesús en alguna de sus afirmaciones, y le enviaron a varios discípulos, con unos herodianos, para decirle: “Maestro, sabemos que eres sincero y que enseñas con toda fidelidad el camino de Dios, entonces dinos: ¿Está permitido pagar el impuesto al César o no?”, pero Jesús, conociendo su malicia, les dijo: “Muéstrenme la moneda con que pagan el impuesto”, y ellos le presentaron un denario. Y entonces él les preguntó: “¿De quién es esta figura y esta inscripción? Y ellos respondieron: “Del César”. Entonces Jesús les dijo: “Dad al César lo que es del César, y a Dios, lo que es de Dios”.
Y esta famosa expresión de Jesús, conocida y repetida diariamente por todos los cristianos por su gran valor de justicia, nos enseña que debemos dar a cada quien lo que en buena lid le correspondería, indistintamente de que sea o no sea de nuestra simpatía, e indistintamente de que sea nuestro adversario o nuestro aliado.
A nadie que haya estudiado hay que explicarle la forma utilizada por todos los profesores de todo el mundo para valorar el desempeño que ha tenido un estudiante en cualquier examen particular, pues todo estudiante sabe bien que cuando el examen consta de 10 temas, y cada tema vale 10 puntos, quien desarrolla bien los 10 temas tiene una excelente calificación de 100, quien desarrolla bien 9 puntos obtiene un sobresaliente 90, quien desarrolla bien 8 puntos obtiene una buena calificación de 80, quien desarrolla bien 7 puntos obtiene un aceptable 70, quien desarrolla bien 6 puntos obtiene un pobre 60, y quien desarrolla bien sólo 5 puntos obtiene un frustrante 50 y es reprobado porque así se ha establecido en un método que es justo y que ha sido universalizado.
Sin embargo, durante los últimos tiempos hemos visto que la valoración de todo lo que se hace en la nación depende mucho de la ubicación política de quien hace la evaluación, pues mientras un profesor justo le asigna una calificación de 90 a quien hace 9 cosas buenas y una mala, en la política se valoran las cosas al revés, valorando negativamente lo que desde una óptica política está mal e ignorando deliberadamente todo cuanto la mayoría entiende que se ha hecho bien, y eso ha contribuido a que muchos políticos hayan perdido credibilidad frente a la sociedad, pues indistintamente del nivel de escolaridad de los integrantes de la sociedad, desde la antigüedad la gente ha sabido diferenciar entre lo que está bien y lo que está mal.
Es frecuente ver en medios de comunicación pasar por alto todas las noticias positivas para destacar solamente noticias negativas, ignorar las cosas buenas para criticar duramente cosas malas, rechazar y detractar lo que beneficia a mayorías nacionales simplemente porque no beneficia a otros sectores particulares, llegando a calificar como mentiras las verdades que sustentan y validan aquellos sólidos argumentos que son contrarios a nuestros planteamientos, olvidando que cuando hay ideas contrapuestas la gente saca su propia conclusión por sentirse dueña de su verdad y de su opinión.
Es una especie de nueva filosofía política y mediática de sólo referirnos a las cáscaras de las cosas, aunque hayamos consumido a satisfacción los alimentos para los cuales esas cáscaras servían de protección: es comerse la naranja dulce y de inmediato criticar la cáscara agria, o actuar como el amigo al que usted siempre le resolvió, aunque él nunca le agradeció, pero el único día que por razones ajenas a su voluntad usted no pudo complacerle a cabalidad, salió a criticarle frente a la sociedad. Y ese nuevo concepto de valoración al revés, se expande aceleradamente aunque no lo crea usted.
Si queremos construir una sociedad más justa, más unida y más desarrollada, seamos siempre objetivos al emitir opiniones y valoraciones, tal y como lo hizo Jesús al ser cuestionado por sus discípulos y tal y como lo hace de manera elegante cada profesor al calificar el examen de cada estudiante, pues no es verdad que usted va a estar de acuerdo con que después de que su hijo estudiante haya respondido 9 temas bien y apenas uno mal el profesor le queme el examen argumentando que hubo un tema que su hijo desarrolló mal y que debe valorarle exclusivamente por ese único tema que desarrolló mal y no por los 9 temas que desarrolló bien. Valoremos las cosas de manera justa para que luego nos valoren con la misma vara justa.