El asesinato del general iraní Qasem Soleimani en Irak a manos de EE.EE., lejos de generar un conflicto a gran escala, sólo servirá para extender el caos y la violencia dentro de Irak.
Pese a que Donald Trump amenazó con atacar 52 lugares dentro de Irán, Washington no parece estar dispuesto a asumir el costo que tendría una operación así. Y no hablo del costo económico, que cada año se lleva más de 700 mil millones de dólares del presupuesto de EE.UU. para “defensa”, sino al costo militar y geopolítico futuro.
La aventura que llevó a George W. Bush a invadir Afganistán en 2001 y cuyas consecuencias aún sigue sufriendo el pueblo afgano, ha costado cerca de 900 mil millones de dólares a Estados Unidos en 18 años sin que, hasta ahora, la situación en ese país haya cambiado.
De hecho, EE.UU. intenta negociar su retirada con líderes talibanes, pero aún no tiene garantías para una salida en paz del suelo afgano.
Si ese ha sido el desgaste y los costos económicos por la guerra en Afganistán, país que en 2001 tenía 20 millones de habitantes en sus 655.000 km2 de territorio, ¿cómo sería con los 81 millones de iraníes en un país de 1.685.000 km2?
Además, Irán cuenta con fuerte equipamiento y desarrollo militar y fuertes lazos comerciales con Rusia, China, India o Turquía.
No sería una guerra mundial, sino un conflicto de grandes dimensiones y con consecuencias impredecibles para Medio Oriente y más allá, pues Irán ha demostrado tener influencia directa y determinante en Siria, Yemen, Líbano, Irak y Palestina. Esto sin haber sufrido una agresión militar directa. ¿qué pasaría si el país se siente obligado a responder a una agresión?
Algunos analistas temen que Teherán podría ejecutar acciones directas o indirectas en Israel y Europa, sin contar con la posibilidad de que ocurran ataques individuales de personas afectadas por el conflicto, en el propio suelo estadounidense.
En el Pentágono y el Departamento de Estado saben eso y más, así que su interés no es crear un conflicto de ese tipo, por el contrario, el escenario que se vislumbra es el del caos y la confrontación interna, no en Irán, pues el asesinato de Soleimani alentó la unidad de una sociedad normalmente cohesionada, sino en Irak.
Las protestas vividas allí desde noviembre mostraron la fuerte división interna iraquí. A finales de ese mes varias sedes diplomáticas de Irán fueron atacadas e incendiadas por manifestantes, pero un mes después, los ataques fueron contra la embajada estadounidense.
En Irak viven 40 millones de personas, 82% árabes y 16% a 18% kurdos, cerca del 60% son musulmanes chiíes y menos del 40% suníes, lo que muestra una seria división étnica, religiosa y geográfica que podría llevar a una nueva guerra civil, que unidas a las de Siria, Yemen y Libia, completarían un gran polvorín en Medio Oriente. Ese es el peligro real y es, en mi opinión, el verdadero objetivo de Estados Unidos.