Pautado para las 9:00 de la noche en el teatro La Fiesta del hotel Jaragua, el concierto inició sobre las 10:00 p.m., con un público ansioso por escuchar el repertorio del cantautor Danny Rivera, quién sorprendió a todos con voz en off cantando a capela. A seguidas, le acompañó la orquesta, al salir al escenario con su “Amar o morir”.
La complicidad entre Rivera y The Moon Band, bajo la dirección del maestro Amaury Sánchez, es fantástica, pues, aunque pretenda ser una presentación ensayada, es improvisación pura, dejando fluir la autenticidad y maestría que caracteriza a cada uno de los responsables del gran espectáculo.
Los espectadores no pararon de corear los éxitos del artista, quien hace años juró por la bandera dominicana, sin apartar de su corazón su amado Puerto Rico.
Fueron muchas sorpresas las del sábado en el concierto producido por la compañía Skypro, donde afloraron un sin número de anécdotas en relación al Jaragua del ayer, bajo la luz de la luna, donde el amor entre dos y el creciente interés por la buena música, transformaban las noches en algo especial.
Rivera recuerda que, al salir del Jaragua, unos se iban a sus casas, mientras que otros se marchaban al malecón, pero siempre pendientes de que la luna del Jaragua no los delatara en aquella habitación. Hace una pausa para pedir “aplausos para la orquesta”, y canta: “En un cuarto dos amantes”.
El acto se intensifica cuando llega al estribillo: “Te veré a la misma hora/ en la misma habitación/ lloraremos, sonreiremos tú y yo de pasión los dos/ los dos locos de amor/… Los amantes que se quieren”, respondiendo a coro masivo: “no se pueden olvidar”.
Y es que Danny se las arregla para hacer de cada espectáculo una entrega singular con la complicidad del público. De ahí que, entre “Amada amante”, “Con las alas rotas”, aprovechaba para conversar con algunas personas.
Cuando nadie lo esperaba, continuó adentrándose entre sus seguidores para tararear junto a ellos canciones del ayer, esta vez, con Amaury Sánchez en el piano. De pronto, Danny se aproxima al escenario y le dice al saxofonista que como esto es para bailar, él quiere que le dé ritmo, porque desea bailar con alguien del público. “Señores, cierren los ojos” y empieza a bailar con una hermosa dama, a quien manda a sentar con una vuelta repentina, dando “gracias por hacerme feliz”.
Se emocionó al expresar: “estas son de esas canciones que ustedes convirtieron en favoritas: Mujer abre tu ventana”. Llamó a los caballeros a ponerse de pie y, bajo su dirección, cantarles a sus respectivas parejas. Sin duda, un momento emotivo de gran elocuencia. Luego, retó a las damas a hacer lo mismo.
Al descender nueva vez del escenario, interpretó “Silencio” del cubano Ibrahim Ferrer, mucho más armónica en la versión de Rivera. Para sorpresa de todos, entre el público Danny se encontró con su amigo Niní Cáffaro, quien le acompañó a cantar “Los nardos y las azucenas, no quiero que sepan mis penas, por qué si me ven llorando morirán”. A seguidas, interviene su hijo adoptivo, como le dice a Pavel Núñez, retomando el tema para un cierre como solo el artista boricua sabe con sus acostumbrados melismas.
Dejó la pista encendida
“A Niní Cáffaro lo conocí antes de la luna del Jaragua, cuando magistralmente compartíamos en el Festival del Teatro Ferrocarrilero de México. En ese lugar él cantó una de las canciones universales más importantes: ‘Por amor’. Luego, estuve por Casa de Teatro y nos volvimos a encontrar, estaba impresionado con su talento. Por esos días, yo tenía unos conciertos en Nueva York y le digo: ‘te invito a que vengas conmigo’. Así que tuve el honor de cantar con él. No sé si fue su debut, pero fue precioso. Esta otra canción también es parte de esa luna: ‘Sueño feliz’”.
Con copa de vino en mano, empezó a declamar un poema a la luna con orquesta de fondo para dar paso a su opus magna: “Madrigal”, a coro con el público.
Todos esperaban más, pero Danny Rivera se marchó del escenario dejando la orquesta y un trío que interpretó merengues de salón, encendiendo la pista hasta pasada la medianoche.