La historia religiosa, componente importante de la historia universal, está llena de sabiduría política. El nacimiento de Jesús inspiró a Juan Bosch a escribir “Cuento de Navidad”, Chile 1956; dejó escrito principios y métodos. Parece hablar para este momento, por lo que ocurre entre nosotros.

Narra que el Señor Dios observó que “..las cosas no iban como El había pensado…los hombres se comportaban de manera absurda”; se agredían y “unos se declaraban reyes y mediante el engaño y la fuerza tomaban las tierras y los ganados ajenos; apresaban a sus enemigos y los vendían como bestias”.

Ahí se detiene para hablar en parábola y comentar que el Señor Dios concluyó con que se necesitaba un maestro que asumiera sus enseñanzas; y nada mejor que un hijo suyo con apariencia igual a los hombres.

Esa conclusión a que llega el Señor Dios, por ser quien todo lo puede, lo lleva sin dilación a ejecutar su idea. Es que “si se quiere que algo esté hecho dentro de un siglo, lo mejor es empezar a hacerlo ahora mismo…El no tiene la mala costumbre de soñar las cosas y dejarlas en sueño. Las mejores ideas son malas si no se convierten en hechos”.

El Señor Dios “Acertó a ver, en un camino que llevaba a una aldea llamada Nazaret, a una mujer que arreaba un asno cargado de botijos de agua. Era muy joven y acababa de casarse con un carpintero llamado José (…) Llevaba sobre las cabeza un paño morado y vestía de azul”.

Como se sabe, de inmediato envió al arcangel Gabriel a la Tierra a la aldea llamada Nazaret, donde vivía María. Advirtiéndole que “al llegar allá te dirigirás a María, con mucha urbanidad, y le dices que Yo he dispuesto tener un hijo y que ella será la madre; que se prepare, por tanto, a ser la madre del Hijo de Dios”,
“Le dirás que será como todos los hijos de hombres y mujeres y que sólo ha de distinguirse de los demás por la grandeza y la luminosidad de su espíritu; que será humilde, bondadoso y puro; que le llame Jesús que su oficio será mostrar a la humanidad el camino del amor y del perdón. Le dirás que está llamado a sufrir para que los demás puedan medir el dolor que hay en la Tierra comparándolo con el que El padecerá y porque sufriendo mucho enseñará a perdonar también mucho”.

Al nacer “sólo lo sabrán aquellos escasos seres capaces en comprender lo que ello significa”, porque de saberse “en ese caso grandes multitudes habrían corrido atropellándose y hasta dándose muerte, cada cual empeñado en llegar antes que los otros, unos cargados de oro, otros de mirra y de perfumes, o llevando rebaños de corderos y de vacas…” Porque se “acostumbra rendir homenaje a los poderosos y a sus hijos, a aquellos de quienes puede esperar algún bien o de quienes teme un castigo”.

A eso vino Jesús, y nace en un pesebre y una estrella conducía con su luz a los escasos escogidos. Al nacer y sufrir dejó un legado que se traduce en luchas por los derechos porque se repiten los “gobernantes” que tratan de imponerse y retener el poder sobre la voluntad de su pueblo.

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