La influencia del ambiente en el desarrollo integral del niño, es decir, cómo afecta la relación con el mundo que le rodea, sus padres, familiares, entorno, es determinante para la estructura de su personalidad.
Desde el momento mismo de la gestación, tanto la parte física como emocional, estarán determinadas en función al tipo de situación o estilo de vida que lleve la madre. Por ejemplo, una mujer embarazada sometida a situaciones de estrés, con alimentación inapropiada y que además fume, traerá consigo una vida con una débil zapata.
Si bien es cierto que una buena alimentación es importante para el buen crecimiento del niño, lo es tanto o más la relación afectiva y cercanía expresada por sus progenitores. Esto va a depender el comportamiento futuro y estructura de su personalidad. Tendrán como sello el manejo adecuado de estas etapas. Los primeros cinco años son determinantes para toda una vida, de forma tal que se ha demostrado en estudios realizados que los comportamientos psicopáticos están íntimamente relacionados con la forma en que el individuó vivió precisamente en esta fase.
Son muchas las familias que creen, que por ser pequeños, estos ni se afectan ni entienden cuando se dan situaciones de conflicto, discusiones y agresiones verbales entre los miembros de la familia, sin embargo, es como poner un sello el cual quedará permanente en sus cerebros, en ocasiones para toda la vida. En este momento, muchos países le están dando importancia como nunca a la educación y formación en los hogares, para que se tenga cuidado en el manejo cotidiano con estos.
Son inolvidables los eventos producidos en la vida de una persona antes de los ocho años, de manera tal que una vez adultos respondemos ante estímulos o situaciones en base a vivencias que de manera consciente no entendemos, y no son más que asociaciones con circunstancias dentro de la etapa ya mencionada.