Hay una intensa conversación mundial sobre la variante del coronavirus Delta. Esa variante se descubrió inicialmente en la India, y rápidamente se ha extendido a más de 80 países, incluyendo a la región de América Latina.
El 15 de junio pasado, Delta fue reclasificada por los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) de los Estados Unidos. Pasó de “variante de interés” a ser una “variante de preocupación”.
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Las variantes “de preocupación” son aquellas en que, entre otras cosas, se presenta evidencia de una mayor capacidad de contagio y produce una enfermedad más severa.
Por ejemplo, producen más hospitalizaciones o muertes. Son menos neutralizadas por anticuerpos generados durante una infección natural o por vacunación previa.
Cuando se detectan variantes “de preocupación”, se requiere de acciones firmes de la salud pública, tales como la notificación ante la Organización Mundial de la Salud (OMS) y a los CDC, esfuerzos locales o regionales para controlar la propagación, y desarrollo de nuevas vacunas o pruebas diagnósticas.
La variante Delta es la responsable de más del 90% de los casos de COVID-19 en el Reino Unido, y hasta el 13 de junio se la encontró en el 10,3% de los casos de COVID-19 en los Estados Unidos. La principal característica de la variante Delta: es 40 a 60% más contagiosa que la variante Alpha, descubierta inicialmente en el Reino Unido.
La variante Alpha era un 40% más contagiosa que la versión original del nuevo coronavirus. Podemos deducir que la variante Delta es dos veces más contagiosa que el coronavirus original.
Con respecto al tipo de enfermedad que produce la variante Delta, hasta el 12% de los pacientes infectados se enferman grave o críticamente dentro de los tres ó cuatro días de iniciados los síntomas, según estudio realizado en China. En comparación, el año pasado y con la variante original solo se agravaba en los primeros días por la enfermedad el 2 ó el 3% de los pacientes, ocasionalmente llegaba al 10%.
or otro lado, un estudio publicado por investigadores escoceses en The Lancet del 14 de junio reveló que las personas infectadas con la variante Delta tienen 2 veces más posibilidades de ser hospitalizadas en comparación con las que son hospitalizadas por tener la variante Alpha.
El estudio no llegó a analizar las complicaciones ni la mortalidad de los pacientes afectados.