SANTO DOMINGO.– La gestora cultural Samanta Olivero entiende que el nivel que posee el carnavalero dominicano “es pura creatividad elevada a su máxima expresión” y que es una persona apasionada que le hace falta más apoyo por parte de las autoridades.
Es por eso que ha visto con mucha preocupación que grupos tan importantes, como el de Puerto Plata, decidieran no participar en el Desfile Nacional del Carnaval, el cual iba a ser dedicado a “La Novia del Atlántico” mañana domingo en el malecón del Distrito Nacional. Sin embargo, el viernes en la tarde, el ministro de Cultura, Eduardo Selman, sorprendió a la comunidad cultural con la noticia de que ahora la distinción recae en la provincia Barahona.
“El carnaval dominicano tiene alma y corazón”, afirma la ex directora general del Sistema Nacional de Escuelas Libres y ex subdirectora nacional de carnaval del Ministerio de Cultura, institución en la que también fue productora del Desfile Nacional del Carnaval, durante seis años.
¿Cómo es entendido hoy en día el carnaval dominicano?
No hemos entendido la dimensión de lo que significa para el dominicano el tema del carnaval; de hecho, es la manifestación más importante del país. Todas las provincias, incluyendo varios municipios, tienen carnaval.
Nosotros podemos hablar no de carnaval, sino de carnavales, porque nuestro carnaval es identidad, cada pueblo muestra, a parte de su historia y sus personajes, su creatividad muy inherente de su zona. Es decir, que uno no se parece al otro, varía totalmente, dependiendo de su influencia histórica, religiosa e incidencia social o política que tenga ese pueblo en ese momento; así mismo lo presentan en el carnaval.
Entonces, me parece que al día de hoy todavía no se ha entendido la magnitud del carnaval dominicano, no por parte del pueblo, porque nosotros estamos muy seguros de lo que somos y tenemos, pero no así por la parte decisora, económica o por las instituciones que deben velar y salvaguardar esta manifestación cultural.
Se ha criticado que en importantes zonas los intereses económicos han afectado mucho la identidad del carnaval.
De hecho, no estoy opuesta…. Donde ha habido esa desvinculación, o se ha desvirtuado como tal el evento, es porque no están claras las políticas de cómo debe realizarse y respetar eso. Hay un protocolo para realizar actividades culturales, hay un nivel de manejo de montaje y producción de eventos que no se respeta en la República Dominicana. Más sí en otras partes del mundo. Por ejemplo, tú vas a Curazao, donde se realiza un carnaval a lo largo de 7 kilómetros, en el que tú ves parqueados 14 cruceros y se disfruta de unos 10 grupos de carnaval, y hay una política vinculada y una estrategia de cómo presentar al carnavalero o al grupo como el protagonista. No disminuyen para nada la calidad del montaje.
¿Cuál ha sido la dinámica en RD en ese sentido?
Aquí es todo lo contrario. Pero es un panorama que no solo se ve en lo referente al carnaval. Hemos perdido varios escenarios importantes. Por ejemplo, te puedo mencionar, y saliéndonos un poco del tema; nosotros teníamos un Festival del Merengue, que de hecho ya era una marca, un evento del Ministerio de Turismo y ahora se llama Festival Brugal del Merengue y Ritmos Caribeños. El merengue ya no es prioridad y tiene algunos años que no se realiza.
Está sucediendo lo mismo, en este preciso instante, con el Desfile Nacional del Carnaval. Nosotros somos el único país del mundo que tenemos un Desfile Nacional del Carnaval. Existen carnavales internacionales muy importantes, el de Río, el de Gualeguaychú en Argentina, el de Barranquilla en Colombia y el de Venecia, entre otros. Pero estos carnavales corresponden a una provincia en específico y todo el turista, tanto interno como el visitante, debe de ir, consumir y ver el carnaval en esa comunidad.
En República Dominicana todas las provincias tienen carnaval y tienen ofertas en ese sentido, y desde 1984 nosotros tenemos un Desfile Nacional del Carnaval instituido, donde participaban hasta 250 comparsas. Hace ya tres años que solo participan entre 70 y 80. Este año está sucediendo que asociaciones de carnavaleros están enviando una serie de comunicados diciendo que no van a participar en el Desfile Nacional, porque, de los 20 millones de pesos que tiene este evento asignado en el presupuesto del Ministerio de Cultura, esta institución solo le aporta a esos carnavaleros una dieta para que vengan.
Es decir, que no lo acompañan durante el proceso. Calculemos que una máscara está costando alrededor de 35 mil pesos, sin contar el vestuario y sin multiplicarlos por 100 o por 150 integrantes de las comparsas. Es decir que cada asociación provincial gasta una considerable suma de dinero para participar y si no hay una ayuda se le hace muy difícil.
Vienen al Desfile Nacional solo con la dieta. Pero, este año, la han reducido a 300 pesos y se ha reducido la participación de las delegaciones. Y ya vemos lo que está sucediendo: el Desfile Nacional se dedicaría a Puerto Plata y Puerto Plata acaba de decir que no viene. Baní, San Juan, Navarrete, Cotuí, Bonao. Creo que es la primera vez en la historia del carnaval dominicano que hay una situación tan difícil con los carnavaleros que son el carnaval.
Lo que pasa es que no se ha entendido la dimensión, no se ha entendido que es una industria cultural en potencia, que genera una economía colateral importante. Estamos hablando de bebidas alcohólicas, pero vamos a mencionar lo del precarnaval, donde accionan los zapateros, costureros, artesanos, alquileres de sonido y luces para montajes. Vamos a hablar de esa pequeña economía que se mueve en cada pueblo, de las vendedoras, de los tours, los autobuses, es decir que estamos hablando de un país completo vinculado, incluso, hay una diáspora que viene a hacer o ver el carnaval.
Es todo un movimiento histórico comercial que existe, que, de no ser así, no se estaría desarrollando, durante siete años en Punta Cana, un carnaval modelo. Los organizadores de este evento en la zona Este están vinculados con las comparsas desde noviembre, le acompañan ayudándoles con las telas, porque, claro, si quieren un espectáculo con calidad tienen que garantizar que esos grupos puedan presentar una propuesta de calidad. Si tú estás exigiendo, que es lo que hace el Ministerio de Cultura (exigir para ir a un desfile nacional), tienes que acompañar a esos grupos de alguna manera, mucho antes del evento. Como lo hace el carnaval de Punta Cana, que aporta unos fondos directos a los carnavaleros.
Los carnavaleros de nuestro país no están preparados para el Desfile Nacional que se está dando. Hay fotos y videos de lo que sucedió el fin de semana pasado en el Carnaval del Distrito Nacional, con un montaje oscuro. Ya a las 6:00 de la tarde no había luces en el escenario, tiraron una orquesta en el parque Eugenio María de Hostos mientras estaban desfilando las comparsas. No hay consideración para ese protagonista de ese día. Si quieres agregar música, se debe cerrar con música después que las comparsas terminen de pasar, que han hecho una inversión importante.
Uno va a la casa de un carnavalero ahora mismo, porque esa es la parte que no se ve, y te dice: -mira, hazme la entrevista, pero disculpa que no hay comedor-. O sea, no puede sentarte, ya que empeñó el comedor, porque sino no le daba el dinero para comprar las botas de 350 personas que van a desfilar ahí, gastando medio millón de pesos, no en busca de ganar un premio de 175 mil pesos, sino por darle la victoria a su barrio, a su comparsa, que es lo que verdaderamente los mueve.
¿Cuáles políticas son urgentes en torno al Desfile Nacional del Carnaval?
Hay una ley que creó la Comisión Nacional del Carnaval, que la compone el Ministerio de Turismo, el Ministerio de Cultura, el empresariado y los carnavaleros, entre otros sectores, que tiene que funcionar.
Vamos a ver cómo se pueden priorizar esas políticas y se pueden priorizar esos recursos.
Los 20 millones de pesos es una partida que está en el presupuesto hace ya 10 o 15 años. Ya un disfraz no cuesta lo mismo, ya un transporte no cuesta lo mismo, ya una botella de agua no cuesta lo mismo. Entonces no se puede seguir haciendo con el mismo presupuesto. Además, ese desfile no tiene una verdadera estrategia de comercialización importante como otros.