Managua.- Sacerdotes y feligreses de diferentes ciudades de Nicaragua denunciaron este lunes nuevas agresiones contra templos de la Iglesia católica en medio de una ola de profanaciones hacia el patrimonio de dicha religión en el país centroamericano.
Fieles católicos reportaron agresiones, robos o asedios ocurridos ayer domingo en parroquias ubicadas en los municipios de Ocotal (norte), Santa Rosa del Peñón (Pacífico), Jinotega (norte), y Managua.
En la parroquia Nuestra Señora de la Asunción, de Ocotal, cerca de la frontera con Honduras, desconocidos robaron el Cirio Pascual, y lanzaron heces fecales con tierra hacia el Santísimo Sacramento, dijo a Efe una fuente encargada del templo.
Mientras, en Santa Rosa del Peñón, un pequeño municipio ubicado en el noroeste de Nicaragua un hombre irrumpió en medio de la misa dominical en la parroquia Santa Rosa de Lima, lanzó una piedra que destruyó la urna del Cristo Yacente, y posteriormente tiró un objeto de metal hacia el presbítero Gelvin Vega, según denunció el mismo sacerdote.
El ataque en Santa Rosa del Peñón quedó grabado en un vídeo en el que se observa al hombre perpetrar el ataque ante la mirada incrédula del sacerdote y sus ayudantes, quienes logran esquivar el objeto de metal.
El atacante fue capturado y entregado a la Policía, según los testigos.
MÁS PROFANACIONES
En un barrio tradicional de la zona central de Managua los católicos también reportaron que desconocidos ingresaron a una parroquia, y depositaron excrementos humanos en su interior.
Creyentes de diversas parroquias de las ciudades de Estelí, Jinotega, Managua y Masaya informaron sobre supuestos asedios de militantes sandinistas alrededor de los templos, ocurridos anoche.
Dichas agresiones se dieron luego de un incendio en la Catedral Metropolitana de Managua, el viernes pasado, que dañó parcialmente el edificio y calcinó una histórica imagen de la Sangre de Cristo, acto que la Iglesia católica, incluyendo al papa Francisco, calificaron de “atentado” o “terrorismo”, mientras que el Gobierno y la Policía lo ve como un accidente.
La ola de profanaciones, que inició a mediados de julio pasado, se acentuó a fines de ese mes, cuando la Arquidiócesis de Managua anunció que, a causa de la pandemia de COVID-19, suspendía las fiestas populares en honor de Santo Domingo de Guzmán, las más grandes del país, cuando las instituciones del Gobierno, que promueven aglomeraciones, las daban por hecho.
RELACIONES ROTAS
Las relaciones entre la Iglesia y el Gobierno de Daniel Ortega están rotas desde 2018, cuando el mandatario acusó al Episcopado de apoyar un supuesto “golpe de Estado fallido”, como llama a las manifestaciones en su contra, que fueron controladas con ataques armados que dejaron cientos de muertos, presos o desaparecidos, miles de heridos y decenas de miles en el exilio, incluyendo al obispo auxiliar de la Arquidiócesis de Managua, Silvio Báez.
En ese año los religiosos arriesgaron sus vidas al mediar con los policías en medio de los ataques, abrir sus parroquias para que los civiles se ocultaran de las balas o dejar que los templos fueran utilizados como puestos médicos improvisados cuando los manifestantes eran rechazados en los hospitales estatales, según un informe del Mecanismo Especial de Seguimiento para Nicaragua (Meseni), adscrito a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH).
Este mismo lunes diversos movimientos estudiantiles y juveniles de oposición, que en 2018 fueron auxiliados por el clero, dieron su respaldo a la Iglesia católica, y responsabilizaron a Ortega de los ataques a las parroquias.
“La Iglesia católica ha sufrido, junto a la ciudadanía nicaragüense, la cobardía de un régimen asesino y enemigo de la verdad, dejando en evidencia una vez más que en nuestro país existe la persecución religiosa”, indicó el sector juvenil de la oposición nicaragüense.
Hasta ahora la Policía de Nicaragua solamente ha informado que investiga el caso de la Catedral de Managua. EFE