Aunque son obras necesarias, también tienen un impacto negativo
Desde la antigua Mesopotamia (hoy la demarcación de Oriente Próximo, entre los ríos Tigris y Éufrates), se desarrollaban sistemas hidráulicos con el fin de almacenar agua para el riego del suelo para el cultivo, uso doméstico y aseo en general. Hoy en día los avances tecnológicos, estudios de ingeniería y aportes de la geología han permitido la construcción de importantes presas a favor del desarrollo humano y los recursos naturales.
La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), en su base de datos de georreferencia en presas, establece que los embalses permiten tener una reserva del recurso hídrico para la protección contra las precipitaciones extremas y las temporadas de sequías prolongadas, importante en regiones donde ambas estaciones varían considerablemente, sobre todo por la presencia de los fenómenos “El Niño o La Niña”.
“Aun así, las presas y los embalses, pueden tener impactos negativos en las sociedades humanas, requiriendo reasentamientos y provocando problemas en la sociedad. Las presas también modifican los sistemas fluviales y la regulación del flujo se considera una de las principales consecuencias ecológicas negativas”, considera la FAO. Concluye apuntando que las presas tendrán aspectos positivos y negativos, sin embargo, sus características de diseño deben ser evaluadas con cautela.
Por otro lado, la Base de Datos Global de Embalses y Presas (GRanD, por sus siglas en inglés de “Global Reservoirs and Dams database”), que tiene como objetivo mantener los datos de represas globales más completos y disponibles gratuitamente en el mundo, en su investigación “Enfoque en el almacenamiento de agua para la gestión de los extremos climáticos y el cambio”, desarrollado por los cientistas Vladimir Smakhtin de la United Nations University y Bridget Scanlon de la University of Texas at Austin, explican que el aumento de la variabilidad del clima y los recursos hídricos (incluidos los extremos como sequías e inundaciones), el crecimiento continuo de la población, la controversia en torno al desarrollo del almacenamiento tradicional, el aumento de la sensibilidad a las cuestiones ambientales a nivel mundial y la comprensión general de la necesidad de encontrar formas de amortiguar la variabilidad en el futuro por razones de seguridad alimentaria: “mantienen las cuestiones del desarrollo del almacenamiento de agua firmemente en el programa de desarrollo. El almacenamiento de agua, en sus diversas formas, proporciona un mecanismo para hacer frente a la variabilidad de los recursos hídricos. Si se planifica y gestiona correctamente, podría aumentar la seguridad hídrica y energética, la producción de alimentos y la capacidad general de adaptación de las naciones y regiones, para almacenar agua de tiempos de exceso para el uso de agua potable, generación de electricidad y riego durante las sequías”.
República Dominicana
En el país actualmente existen 35 represas entre obras mayúsculas y otras de sencillas estructuras arquitectónicas, según precisa la Oficina Nacional de Estadística (ONE) y el Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos (INDHRI), estas datan desde 1950 hasta el año 2009, la mayoría tienen más de 45 años que entraron en operación, sin embargo, el tiempo transcurrido demanda la remodelación o ampliación de estas y en otros casos la clausura de algunas, además de la construcción de otras con mayor capacidad de aglutinamiento hídrico y menor impacto medioambiental.
Iniciando un recorrido por la región hidrográfica del “Yaque del Norte”, la presa de (1) Jimenoa que se alimenta del río del mismo nombre, fue construida en concreto con una altura de 145 metros con una capacidad de 0.40 millones de metros cúbicos de agua, puesta en servicio en el año 1950. Asimismo, la presa (2) Tavera, se alimenta del río Yaque del Norte, de tipo tierra con una elevación de 80 metros con capacidad de 173 millones de metros cúbicos, inaugurada en 1973. (3) Maguaca en el río Maguaca, tipo tierra con 26 metros de altura, capacidad máxima de 15.60 millones de metros cúbicos, opera desde 1978. (4) Chacuey con la toma en el río Chacuey, modelo en tierra con 34 metros de altitud, y almacenamiento de 13.70 millones de metros cúbicos, inaugurada en 1979. (5) Bao en el afluente Bao, tipo tierra con 110 metros de altura, con una capacidad de 244 millones de metros cúbicos, en operación desde 1984. (6) López Angostura en el río Bao, tipo tierra, con 235 metros de altura, 4.40 millones de metros cúbicos de capacidad de reservorio, entró en operación en 1987. Entre otras más pequeñas: (7) Cabeza de caballo (1988). (8) Monción Contraembalse (1998), (9) Monción (2001), (10) Guanajuma (2001), (11) Las Cayas (1985). Asimismo, (12) Caño Salado, (13) El Charcazo, (14) Los Almaceyes y (15) Los Tomines. (Estas últimas sin datos de la fecha de puesta en servicio disponible).
En tanto que, en la región hidrográfica “Yuna-Camú”, tenemos a: (16) Rincón, de tipo concreto, con altitud de 54 metros, capacidad de almacenamiento hídrico de 75.50 millones de metros cúbicos, puesta en servicio en 1978. (17) Las lagunas (1982), (18) Hatillo, se alimenta del río Yuna, tipo tierra, 50 metros de elevación con 441 millones de metros cúbicos de agua almacenamiento, inaugurada en 1984. (19) Río Blanco (1986), (20) Tireíto (1996), (21) Arroyon (1996). (22) Arroyo Hondo y (23) Mejitas (sin datos de fecha de inauguración). Asimismo, (24) Pinalito, que se abastece del afluente Blanco, tipo concreto con 52 metros de altura y capacidad de dos millones de metros cúbicos de agua, puesta en servicio en el año 2009.
La situación en otras regiones
Por otro lado, en la región de “Yaque del Sur”: (25) Sabana Yegua, abastecida por el río Yaque del Sur, de tipo tierra con 76 metros de altitud, 401 millones de metros cúbicos de almacenamiento, inaugurada en 1979. (26) Las Damas (1967), (27) Villarpando (1980), (28) Sabaneta (1981), (29) El Salto (1985) y (30) Palma Sola, sin datos precisos de puesta en servicio.
Finalmente, en la región “Ozama-Nizao”: (31) Valdesia en el río Nizao de tipo concreto con 76 metros de elevación y una capacidad de acopio de 185 millones de metros cúbicos de agua, puesta en servicio en 1976. (32) La Barias (1976), (33) Aguacate (1992), (34) Jiguey (1992) y (35) Mijo (1990).
Actualmente, uno de los embalses que se construye es la “Presa de Monte Grande”, su conclusión se prevé para finales de 2022, dependiendo de las condiciones climáticas y económicas, según aseguró Olmedo Caba, director del INDHRI. Este embalse almacenará 340 millones de metros cúbicos de agua y aportará 18 megas al sector eléctrico.
Las nuevas cimentaciones de reservorios de agua desarrolladas por el Gobierno deben ser amigables con el medio ambiente y, al mismo tiempo, garantizar el uso correcto según queda expresado en los artículos 14, 15, 16 y 17 sobre Recursos Naturales de la Constitución Dominicana como patrimonio nacional inembargable y esencial.