CIUDAD DEL VATICANO. — El papa Francisco dijo el sábado a obispos recientemente consagrados que deben rechazar los abusos en todas sus formas y trabajar en comunión _no en forma solitaria_ para combatir la cultura clerical que dio lugar a un escándalo de abusos sexuales y encubrimiento, que actualmente remece su pontificado.
Francisco citó su carta reciente sobre la lucha contra el abuso durante una audiencia con 74 obispos nuevos provenientes de 34 países.
Los obispos se encuentran en el Vaticano para aprender cómo dirigir sus diócesis. Realizan su seminario en un momento de crisis para el papa: un arzobispo alega que Francisco encubrió a un excardenal en desgracia en Estados Unidos, Theodore McCarrick, acusado de agredir sexualmente a jovencitos y seminaristas.
Francisco ha respondido con el silencio a las exhortaciones de obispos, principalmente en Estados Unidos, de que responda directamente a la denuncia. Ha dicho que en ciertas ocasiones la mejor respuesta es “el silencio y la oración”.
Sin embargo, el papa habló el sábado en términos generales sobre la crisis de los abusos ante los nuevos prelados, muchos de los cuales provienen de diócesis donde el escándalo de los abusos sexuales por los clérigos no ha estallado de manera pública, como en el mundo anglosajón, Europa y partes de Latinoamérica.
“Basta decir no al abuso, sea de poder, conciencia o cualquier tipo”, dijo Francisco, y añadió que para ello deben rechazar la cultura clerical que suele colocar al cura en un pedestal y que según el propio Francisco ha alimentado el escándalo.
Francisco también dijo a los nuevos obispos que deben servir a sus rebaños y trabajar en comunión con la Iglesia, como actores solitarios.
“El obispo no puede tener todos los dones, el conjunto completo de carismas, aunque algunos así lo creen, pobrecitos”, dijo el pontífice. La Iglesia, añadió, necesita la unidad de los obispos, no actores solitarios que trabajan por fuera del coro y libran sus propias batallas personales”.
Esta fue quizás una alusión indirecta al arzobispo Carlo Maria Viganò, quien rompió con siglos de protocolo vaticano y secreto pontificio para denunciar dos décadas de encubrimiento de los abusos del excardenal Theodore McCarrick por parte de obispos, cardenales y papas.
Las acusaciones espectaculares de Viganò han provocado una crisis en el papado con una serie interminable de revelaciones acerca de quién sabía qué y cuándo sobre McCarrick y qué hicieron con la información.