PUNTA DE TRALCA, Chile — El papa Francisco admitió que cometió “errores graves” al evaluar el escándalo de los abusos sexuales perpetrados por un clérigo católico en Chile y convocó a los 32 obispos del país sudamericano a Roma.
Durante la visita a Chile el pontífice trató a las víctimas públicas de Karadima de calumniadores y aseveró que nunca se habían acercado a él para aportarle pruebas o testimonios contra Barros.
Una investigación de The Associated Press demostró que una carta sobre las agresiones sexuales sufridas a manos de Karadima por el periodista Juan Carlos Cruz fue entregada a Francisco en 2015, quien describe que Barros presenció en varias ocasiones los abusos. Pese a la insistencia de las víctimas y de algunos obispos, el papa decidió nombrar a Barros en la diócesis de Osorno, donde ha enfrentado descontento de parte de los laicos de esa ciudad, a quienes ha desestimado.
Durante su visita en enero, Francisco pidió perdón por los abusos sexuales de curas a menores, pero su disculpa perdió fuerza cuando defendió ardorosamente a Barros, afirmó que no había pruebas en su contra y los calificó de calumniadores.
Las críticas tras las acciones del papa lo llevaron a designar a Scicluna, especialista en investigaciones sexuales del Vaticano, para que reuniera información sobre Barros y fueron muchos los testigos que corroboraron las acusaciones de encubrimiento de las víctimas de Karadima. También se dio el tiempo de escuchar a exalumnos de un colegio religioso administrado por la Congregación de Hermanos Maristas.
Francisco afirma en su carta que Scicluna le relató que todos los testimonies recogidos “hablan en modo descarnado, sin aditivos ni edulcorantes, de muchas vidas crucificadas y les confieso que ello me causa dolor y vergüenza”.
Añadió que Scicluna y su asesor Jordi Bertomeu, funcionario de la Congregación de la Doctrina de la Fe, “reconocieron ante mí haberse sentido abrumados por el dolor de tantas víctimas de graves abusos de conciencia y de poder y, en particular, de los abusos sexuales cometidos por diversos consagrados de vuestro país contra menores de edad, aquellos a los que se les negó a destiempo e incluso les robaron la inocencia”.
Las víctimas dicen que el escándalo de Barros es apenas emblemático de una cultura en la Iglesia chilena que encubre a los abusadores, les aplica sanciones mínimas o los traslada en lugar de aplicar la política estadounidense de expulsar al abusador después de la primera falta.
Hay cinco diócesis a la espera de obispos nuevos en Chile, incluida la de Santiago, donde el arzobispo, cardenal Riccardo Ezzati, debe retirarse al cumplir los 76 años. Es probable que a los cinco obispos que hay que reemplazar se sumen algunos o los cinco formados por Karadima, que además formó a 50 párrocos.
Esto allana el camino para un cambio de rumbo en el país si Francisco opta por ello.