El cambio “cultural” que ha estado bombardeando a la burbuja de fantasía que ha sido el mundo de Disney, acaba de reventar como una pompa de jabón el pasado viernes en un nuevo capítulo que marca un antes y un después de la existencia del conglomerado de entretenimiento para toda la familia que a su vez cambió el rostro del estado de la Florida para el mundo entero.
El gobernador Ron DeSantis ha firmado este viernes una ley con la cual le retira a Disney World el estatus legal especial de autogobierno en ese estado.
La medida ha sido la respuesta que ha dado el republicano a la política implantada por The Walt Disney Company, que se enorgullece de una cultura amigable para lesbianas, gays, bisexuales, transgénero y queer (LGBTQ). Esa política de inclusión y tolerancia, sin embargo ha llegado lejos y se encuentra bajo escrutinio, por haber impuesto el 50% de representación LGBTQ en sus películas.
#DisneyPlus anuncia que desde finales del 2022 el 50% de los futuros personajes de sus nuevas producciones serán de la comunidad LGBTQ+. pic.twitter.com/TjH1D11TK5
— Disney+ LATAM (@mydisneylatino) April 16, 2022
Fundado el 1 de octubre de 1971, Disney World se rige por el Reedy Creek Improvement District (RCID, en inglés), un acuerdo entre el estado y la compañía firmado en 1967 que le permitía no solamente construir hoteles y atracciones, sino también aeropuertos y hasta planta nuclear si le daba la gana. Es ahora el mayor empleador del sector privado en Florida; y da trabajo a más de 75.000 personas.
Con un capital social actual de 93,000 millones de dólares, el Disney World de ahora no fue el que soñó su fundador Walt Disney, que con su propio gobierno local puede recaudar impuestos, aprobar códigos de construcción y controlar los servicios públicos dentro de su territorio, en donde ubican sus resorts y parques temáticos. Pero sobre todo, la nueva política de ese conglomerado de entretenimiento deja mucho que desear con la imposición de la agenda LGBTQ.
Los principales accionistas son The Vanguard Group, Murdoch family, State Street Global Advisors, BlackRock, Laurene Powell Jobs, Capital Group Companies, State Farm Insurance, Northern Trust, Fidelity Investments y T. Rowe Price. Habrá que ver cuál es la respuesta de los grupos económicos ante la nueva ley aprobada por Ron DeSantis, que ha sido vista como una represalia de DeSantis por la oposición de los ejecutivos de la empresa a una ley que prohíbe hablar sobre orientación sexual y diversidad de género en las escuelas primarias de Florida.
Bautizada por sus detractores como la ley “No digas gay”, también permite a los padres demandar a los distritos escolares. Disney no se ha expresado sobre la controversia.
En marzo, el CEO de Disney World, Bob Chapek, prometió impulsar la derogación de la legislación y luchar contra proyectos similares en EE.UU. Además, dijo que recortaría las donaciones que otorga la multinacional al Partido Republicano de Florida.
El periódico The Guardian entrevistó al profesor en ciencias políticas Aubrey Jewett, de la Universidad de Florida Central en Orlando, quien reconoció que “Disney normalmente no se ha involucrado en muchos temas sociales controvertidos. Donan a muchas organizaciones benéficas en el centro de Florida y tratan de ser buenos ciudadanos corporativos. Pero también tratan de dirigir las políticas públicas a su manera como cualquier gran corporación y debido a que son tan grandes y tienen tanta influencia, por lo general tienen mucho éxito. Por lo general, casi todo lo que quieren lo obtienen en términos de política pública”, expresó.
Y agregó: “Lo interesante de Disney, más que otras organizaciones en algunos aspectos, es que se esconde detrás de este velo de inocencia mientras que, al mismo tiempo, mercantiliza por completo a los niños”.
El cambio controversial
Durante décadas, la producción de los estudios Disney fue firmemente heterosexual a pesar de que sus talentos creativos incluían a personas homosexuales como Howard Ashman, ganador del Oscar que escribió los guiones de La Sirenita y La Bella y la Bestia, antes de morir de alguna enfermedad asociada al SIDA en 1991.
El personal de la comunidad LGBTQ de Pixar, que pertenece a los estudios Disney, escribió una carta abierta, donde exponía, entre otras cosas: “Casi todos los momentos de afecto abiertamente gay se cortan a instancias de Disney, independientemente de cuándo haya protestas tanto de los equipos creativos como del liderazgo ejecutivo de Pixar. Incluso si crear contenido LGBTQIA+ fuera la respuesta para arreglar la legislación discriminatoria en el mundo, se nos prohíbe crearlo. Más allá del ‘contenido inspirador’ que ni siquiera se nos permite crear, requerimos acción”.
Una huelga del personal obligó al director ejecutivo de Disney World, Bob Chapek a tomar la decisión del 50% en contenido, presionado tanto por los trabajadores por un lado, como por los dueños por otro, que veían la posibilidad de que ocurriera lo que acaba de ocurrir.
¿Qué le sigue? Probablemente Disney contraataque con el retiro de la ayuda a los políticos. Seguramente muchas de las familias que antes iban de manera consuetudinaria al parque, ya no asistan, esto debido a la influencia de las religiones cristianas en Latinoamérica y a la cultura tradicional del continente.
En una declaración a The New York Times, replicada por Infobae, Martin Kaplan, profesor de entretenimiento, medios y sociedad en el Centro Norman Lear de la Universidad del Sur de California y exejecutivo de Walt Disney Studios, expresó que “La misión de la marca Disney siempre ha sido muy clara: no hacer nada que afecte o confunda al público familiar”. “Diversión para todos. Nada reprochable. Todos vamos a dejarnos transformar por la varita mágica. Pero hoy en día estamos tan divididos, tan enardecidos, que hasta a Disney le cuesta trabajo unirnos”.
Si bien Colorado ha invitado a los ejecutivos de Disney ha trasladar Disney World de Orlando para allá, no es cosa de coser y cantar, ahora el estado de la Florida recibirá seguramente la contraofensiva del mundo de Disney.
Desde el punto de vista cultural existen dos extremos enfrentados. El de los extremistas LGBTQ que quieren imponer su agenda, y la respuesta inesperada del gobernador firmando una ley que elimina aquella Reedy Creek Improvement District, el acuerdo entre el estado y la compañía firmado en 1967 que le permitió a Disney World ser lo que es hoy.