Bogotá.- Los indígenas pusieron otras cuatro víctimas en la disputa territorial en el departamento colombiano del Cauca, donde disidentes de la antigua guerrilla de las FARC acusan a líderes de esas comunidades de ser “cómplices de la política de Estado” contra los cultivos ilícitos.
La nueva masacre fue perpetrada la noche del sábado en Gualanday, un caserío de Santander de Quilichao, municipio del norte del Cauca, región del suroeste de Colombia en la que disidencias, frentes del Ejército de Liberación Nacional (ELN) y bandas criminales vinculadas al narcotráfico libran una sangrienta disputa.
“Hay una clara afrenta al ejercicio de control territorial de las autoridades indígenas en el norte del Cauca, donde existe una promoción de la identidad, del gobierno propio y del rescate de jóvenes que resulta contraproducente para todos estos grupos armados y sus economías ilegales”, dijo a Efe el coordinador del área de Derechos Humanos de la Asociación de Cabildos Indígenas del Norte del Cauca (ACIN), Mauricio Capaz.
Según la Defensoría del Pueblo, una de las víctimas de la masacre, en la que además resultó herida una mujer, era un reincorporado de las FARC, razón por la que organizaciones civiles del Cauca no descartan que el ataque haya sido en su contra, ya que más de 240 exguerrilleros han sido asesinados desde la firma del Acuerdo de Paz con el Gobierno en noviembre de 2016.
“Hay una situación particular y es que los últimos asesinatos en la zona ni siquiera están siendo dirigidos contra las personas que ejercen los liderazgos sino contra sus familias y eso es una nueva metodología que hemos estado rastreando este año. Eso incluye a excombatientes y a defensores de derechos humanos”, explicó Capaz.