Miguel Mejía, uno de los implicados en la “Operación 13” por el fraude cometido en la Lotería Nacional, tiene 20 años trabajando en esta institución y es un hombre sano, con muchas deudas, pero honrado.
Esta información la ofreció su madre Ramona Rodríguez quien en medio del llanto pidió al Ministerio Público descubrir la verdad para que la persona responsable de este hecho pague por su crimen.
Esta familia vive en un cuarto parte atrás en un callejón peatonal en el barrio Santa Teresa en una urbanización de Arroyo Hondo Viejo, según informó.
La madre cuenta con pesar que nunca sospecharon de que a Miguel lo iban a involucrar en un caso como este porque él estaba acostumbrado a hacer este tipo de labores dentro de la Lotería porque esa era su función, sacar bolos durante los sorteos.
“Mi hijo no sabía nada, es un muchacho sano, no tenemos nada más que deudas”, dice.
El no vidente trabaja desde los 14 años. Quedó ciego a los nueve meses debido a una enfermedad, pero a pesar de esto ayudaba a su madre con los gastos de la casa trabajando como limpiabotas.
Ramona relata que después de los acontecimientos y al ver como esta sufre por el escándalo de corrupción en el que está involucrado, Miguel se ha deprimido, y no quiere comer porque todo le da náuseas y dolor de estómago.
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El padre del no vidente era raso de la guardia y murió “siendo pobre” hace tres años y diez meses. Cuando inició en esta institución ganaba 37 pesos.
De su lado, Ramona, madre del implicado en la “Operación 13”, se ganaba la vida lavando y limpiando casas y duró 20 años realizando esta labor para sacar a sus hijos a flote.
De acuerdo al relato de su madre, Miguel es un hombre inteligente y cuando joven, por ser buen estudiante, se ganó una beca y pudo ir a estudiar a Cuba por seis meses.
“Mi hermana lo puso a estudiar en la escuela de ciego porque yo no podía, él es muy inteligente y tiene muchos diplomas”, cuenta.
La única ayuda que tiene Ramona en estos momentos son sus dos hijos, Miguel y otro que también tiene muchas deudas. Ellos son quienes la ayudan a cargar con las cubetas del agua para los quehaceres de la casa porque al trabajar tantos años lavando, sus manos ya no funcionan igual.
Ninguno de los dos hombres quiso tener familia para no dejar a su madre “desamparada”.
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Ramona Rodríguez es nativa de Jarabacoa y llegó a Santo Domingo en 1968.
Invitó al Ministerio Público a visitar su vivienda para que conozcan la situación en la que viven.
Aún las autoridades no le han pedido que declare en el caso. Su único deseo es que su hijo quede libre de todos los cargos que se le imputan.