En el referendo del 23 de junio de 2016, el 52% de los británicos votaron por salir de la UE, y la partida está prevista para el 29 de marzo de 2019. Pero el país _y su gobierno conservador_ están profundamente divididos en cuanto a la relación económica que quieren con la UE.
Opositores del Brexit, muchos con banderas de la UE, marcharon por el centro de Londres al parlamento para exigir que el acuerdo de divorcio al que llegue Gran Bretaña con la UE sea sometido a referendo. La campaña Voto Popular sostiene que la opinión pública se vuelve contra el Brexit a medida que los costos económicos se vuelven más evidentes.
Tanto los conservadores como el opositor Partido Laborista se oponen a un nuevo referendo sobre el Brexit, apoyado en cambio por el pequeño partido centrista Liberal Demócrata.
El partido dijo que su líder Vince Cable diría en un discurso que “el Brexit no es un asunto resuelto. El Brexit no es inevitable. Podemos detener el Brexit”.
El gobierno está resuelto a consumar el Brexit, pero el gabinete de May está dividido en cuanto a la manera de hacerlo. Johnson y otros ministros partidarios del Brexit quieren una ruptura total para que Gran Bretaña pueda lograr nuevos acuerdos comerciales alrededor del mundo. Otros, como el jefe del Tesoro, Philip Hammond, quieren mantener una alineación estrecha con la UE, el principal socio comercial de Gran Bretaña.