El primer ministro británico, Boris Johnson, los llamó un “cambio de juego”. Las pruebas de anticuerpos han captado la atención del mundo por su potencial para ayudar a que la vida vuelva a la normalidad al revelar quién ha estado expuesto y ahora podría ser inmune al nuevo coronavirus.
Decenas de empresas de biotecnología y laboratorios de investigación se apresuraron a producir los análisis de sangre. Los gobiernos de todo el mundo han comprado millones de kits, con la esperanza de poder orientar las decisiones sobre cuándo relajar las medidas de distanciamiento social y hacer que la gente vuelva a trabajar. Algunos incluso han sugerido que las pruebas podrían usarse como un pasaporte de inmunidad, dando al propietario autorización para interactuar con otros nuevamente.
Muchos científicos comparten este entusiasmo, según revelan en diferentes investigaciones. “El objetivo inmediato es una prueba que pueda decirle a los trabajadores de la salud y a otros trabajadores esenciales si todavía están en riesgo de infección”, explica David Smith, virólogo clínico de la Universidad de Australia Occidental en Perth.
En el futuro, también podrían evaluar si los candidatos a vacunas otorgan inmunidad a las personas. Pero como ocurre con la mayoría de las nuevas tecnologías, hay indicios de que las promesas de las pruebas de anticuerpos COVID-19 se han exagerado y se han subestimado sus desafíos.
Los kits han inundado el mercado, pero la mayoría no son lo suficientemente precisos para confirmar si una persona ha estado expuesta al virus. E incluso si las pruebas son confiables, no pueden indicar si alguien es inmune a la reinfección, según las conclusiones de los científicos.
“Pasará un tiempo antes de que los kits sean tan útiles como se esperaba -advierte Smith-. Los países aún están reuniendo pruebas”.
El gobierno del Reino Unido se enteró de esto después de ordenar 3,5 millones de pruebas a varias empresas a finales de marzo, solo para descubrir más tarde que ninguna de estas pruebas funcionó lo suficientemente bien. “Ninguna prueba es mejor que una mala”, expresa con algo de humor Michael Busch, director del Instituto de Investigación Vitalant en San Francisco.
Los investigadores también están utilizando las pruebas de anticuerpos a nivel mundial para estimar el alcance de las infecciones por coronavirus a nivel de población, lo cual es extremadamente valioso dado que muchos lugares no están realizando suficientes pruebas estándar, y las personas con síntomas leves o nulos probablemente no se verán en las publicaciones oficiales en el recuentos de casos.
Estas encuestas evalúan una parte de la población y la utilizan para estimar las infecciones entre la comunidad en general. Más de una docena de grupos en todo el mundo están realizando estudios de este tipo.
Cuando un virus invade el cuerpo, el sistema inmunológico produce anticuerpos para combatirlo. Los kits detectan la presencia de anticuerpos utilizando componentes del virus, conocidos como antígenos.
Las pruebas generalmente se dividen en una de dos categorías: pruebas de laboratorio que deben ser procesadas por técnicos capacitados y demoran aproximadamente un día, y pruebas en el lugar de atención que brindan resultados rápidos e inmediatos en 15 minutos a media hora.
“Las pruebas no detectan el virus en sí, por lo que tienen un uso limitado para diagnosticar infecciones activas, dicen las agencias de salud. Pero en algunos países, como Estados Unidos y Australia, las pruebas se utilizan en algunos casos para diagnosticar a las personas que tienen sospecha de COVID-19, pero que dan negativo en una prueba de PCR estándar”, explica Smith.
Un estudio realizado por investigadores del Tercer Hospital Popular de Shenzhen en China encontró que las pruebas de PCR no siempre diagnosticaban a los pacientes infectados con el virus.
Los primeros estudios en personas que se han recuperado de COVID-19 han detectado tres tipos de anticuerpos específicos del SARS-CoV-2, y los fabricantes e institutos de investigación han desarrollado pruebas que se dirigen a estos anticuerpos. Debido a la emergencia actual, la Administración de Drogas y Alimentos de los Estados Unidos (FDA) ha relajado las reglas que rigen el uso de tales pruebas.
Ha autorizado su uso en laboratorios y por trabajadores de la salud para diagnosticar la infección activa por COVID-19, con el descargo de responsabilidad de que no han sido revisados por la FDA y que los resultados no deben usarse como la única base para confirmar que alguien tiene la enfermedad. Australia también ha introducido autorizaciones de emergencia similares.
“Sin embargo, un problema es que la mayoría de los kits no se han sometido a pruebas rigurosas para garantizar que sean fiables”, dice Busch. Durante una reunión en el Comité Selecto de Ciencia y Tecnología de la Cámara de los Comunes del Reino Unido, Kathy Hall, directora de la estrategia de prueba para COVID-19, dijo que ningún país parecía tener una prueba de anticuerpos validada que pueda determinar con precisión si un individuo ha tenido COVID-19.
“Los kits deben probarse en grandes grupos de personas para verificar su precisión: en cientos que han tenido COVID-19 y otro tanto que no”, advierte Peter Collignon, médico y microbiólogo de laboratorio de la Universidad Nacional Australiana en Canberra. Pero hasta ahora, la mayoría de las evaluaciones de prueba han involucrado solo a algunas decenas de individuos porque se han desarrollado rápidamente.
Parece que muchas pruebas disponibles ahora no son lo suficientemente precisas para identificar a quienes han tenido la enfermedad, una propiedad llamada sensibilidad de la prueba, y a las que no han sido infectadas, conocida como especificidad de la prueba. “Una prueba de alta calidad debe alcanzar un 99% o más de sensibilidad y especificidad- agrega Collignon-. Eso significa que las pruebas deben arrojar solo un falso positivo y un falso negativo por cada 100 resultados verdaderos positivos y verdaderos negativos”.
Pero algunas pruebas comerciales de anticuerpos han registrado especificidades tan bajas como el 40% al comienzo de la infección. En un análisis de las nueve pruebas comerciales disponibles en Dinamarca, tres de laboratorio tenían sensibilidades que oscilaban entre el 67% y el 93% y una especificidad del 93% al 100%.
En el mismo estudio, cinco de las seis pruebas en el lugar de atención tenían sensibilidades que oscilaban entre el 80% y el 93% y una especificidad del 80% al 100%, pero algunos kits se probaron en menos de 30 personas.
En general, la sensibilidad de todas las pruebas mejoró con el tiempo, y la sensibilidad más alta se registró dos semanas después de la aparición de los primeros síntomas. Algunas de estas pruebas también se están utilizando para evaluar a personas en otros países, incluidos Alemania y Australia.
“Las pruebas en el lugar de atención son incluso menos confiables que las pruebas que se utilizan en los laboratorios, agregó Smith. Esto se debe a que utilizan una muestra de sangre más pequeña, por lo general de un pinchazo en el dedo, y se realizan en un entorno menos controlado que un laboratorio, lo que puede afectar su rendimiento. La OMS recomienda que las pruebas en el lugar de atención solo se utilicen para la investigación. Sin pruebas confiables, “podemos terminar haciendo más daño que bien”, dice Collignon.
Fuente: Infobae