Ante la crisis, la respuesta del Gobierno a la actitud colaboracionista de la oposición ha sido la autosuficiencia
La Covid-19 brindó la oportunidad de crear un espacio de diálogo y concertación que permitiera a los actores sociales, políticos y económicos materializar un necesario sentimiento y estado de unidad nacional para enfrentar la calamidad que azota a la humanidad.
¿Aprovechó el más importante liderazgo nacional encarnado en el gobierno nacional, en la persona del presidente de la República Danilo Medina ese momento para a hacer realidad una disposición manifiesta en pro de la unidad nacional?
La respuesta puede ser encontrada en el accionar del gobierno frente a los pronunciamientos de los principales líderes opositores, principalmente Luis Abinader y Leonel Fernández.
Ambos dirigentes mostraron una actitud colaboracionista, pero se encontraron con prolongados silencios.
La autosuficiencia
Ante una crisis de tan alta envergadura, que amenaza a todos los seres humanos, la opción del gobierno fue la autosuficiencia, es decir, hacer las cosas según el mandato legal, que lo autoriza simplemente a actuar apegado a las leyes y a los mandatos previstos en la Constitución.
Pero desaprovechó la oportunidad de estimular un escenario de unidad nacional que envuelve a todos los líderes y partidos nacionales, o al menos, a los más importantes.
De hecho, ante las persistentes propuestas de Abinader en favor de la unidad nacional, el gobierno envió mensajes claros no sólo de suficiencia, de que podía hacerlo solo, sino que aupó una línea de distanciamiento, como si siguiese una de las prácticas frente a la Covid-19, marcar distancia.
En paralelo, estimuló el accionar del candidato presidencial del Partido de la Liberación Dominicana (PLD) Gonzalo Castillo, quien desplegó un amplio operativo, y no para, de entrega de insumos para prevenir el coronavirus, así como asistencia a dominicanos varados en el exterior, o enviando sus aeronaves hasta China en busca de materiales y utensilios médicos.
Al mismo tiempo, aceleró una intensa campaña abierta o subliminal en los medios de comunicación.
Ante el panorama que se iba definiendo, el opositor Abinader optó por ofrecer directamente ayudas al gobierno, como 40 mil kits para la detección del coronavirus, a lo cual no recibió respuesta, sino días después.
Luego ofreció la instalación de cinco hospitales provisionales para la emergencia, uno en La Vega y otros proyectados para el Gran Santo Domingo y las regiones Sur y Este.
El expresidente Fernández se mantuvo haciendo propuestas sobre el manejo de la crisis, que incluyeron medidas económicas y sociales, siempre en un tono moderado o abiertamente en apoyo a las medidas del gobierno frente a la pandemia, que en general valoró como positivas.
Abinader, no conforme con lo que parecía por momento una hostilidad del gobierno hacia sus iniciativas, pronunció un segundo discurso el pasado miércoles, en el que reafirmaba una actitud colaboracionista, y enfatizó su llamado a la unidad nacional.
Ante el formal discurso de Abinader, el gobierno respondió en un tono que se podría considerar “fuerte”, a través del ministro de Salud, que utilizó el escenario de las ruedas de prensa sobre la pandemia para deslindar los campos y facultades del gobierno y el ministerio en el manejo de la crisis.
Sin embargo, para algunos, todavía el momento era y sigue siendo oportuno para la conciliación, unidad y resistencia nacional como base sociopolítica para la resiliencia a la pandemia.
La coyuntura política
Pero es que la pandemia sorprendió al país en medio de un proceso electoral, con un ambiente muy caldeado entre el gobierno y la oposición.
Un evento del cual todavía se desconoce la causa verdadera provocó un desastre. Cuando se suponía que el 16 de febrero el país tendría unas elecciones ejemplares para escoger las autoridades municipales, las mismas fueron suspendidas abruptamente por la Junta Central Electoral (JCE). La plataforma del sistema de votación electrónica, que había sido presentada como el más aventajado adelanto tecnológico en la materia colapsó desde el sábado 15, y fue una hora antes del mediodía del domingo cuando la presidencia de ese órgano anunció a la Nación que las elecciones quedaban suspendidas.
Desde entonces, el país fue sacudido por una crisis que generó una moderada disminución de las actividades económicas y protestas de amplios núcleos sociales. En ese proceso, los grandes motivadores de esas protestas fueron jóvenes y actores que no se habían involucrado abiertamente en la política.
Esas manifestaciones se mantuvieron hasta que se encontró una solución para la celebración de las elecciones municipales, mediante un diálogo entre el gobierno y el PLD y el Partido Revolucionario Moderno (PRM) y sus aliados, en el Consejo Económico y Social. El resto de la oposición, liderada por Fernández, se excluyó de ese diálogo porque entendía que estaba al margen de la Constitución.
El acuerdo propició una disminución de las tensiones y las elecciones fueron celebradas el pasado 15 de marzo, cuando ya se tenía noticias de que el coronavirus estaba en República Dominicana y hacía estragos en el mundo.
Una percepción muy extendida sugiere que la celebración de las elecciones en ese momento propició que el coronavirus se tornara comunitario.
Las elecciones presidenciales y congresuales
La República Dominicana debe renovar sus autoridades del Poder Ejecutivo y el Congreso Nacional el próximo 16 de agosto, pero antes deben ser escogidas. La gran interrogante ahora es cuándo podrán ser celebradas.
Muy temprano, el presidente del Bloque Institucional Socialdemócrata (BIS) José Francisco Peña Guaba, alertó la necesidad de posponer las elecciones de mayo, porque el coronavirus se había expandido por el país, con afectados a la vista, y sólo faltaba que el gobierno acelerara los pasos para la prevención, que empezaron cuando no podìa esperarse más.
Tozudamente, la realidad del coronavirus se ha impuesto y la JCE no tuvo más alternativa que variar su discurso para aceptar la necesidad de cambios en la fecha prevista en la Constitución para la celebración de las elecciones presidenciales y congresuales. Abrió y ya cerró una consulta con los partidos sobre la posposición. Temprano la Fuerza del Pueblo de Fernández abogó por la posposición y hasta sugirió una fecha. El Pleno de la JCE debe discutirlo esta semana.
La opinión más extendida es que las elecciones deben celebrarse antes del 16 de agosto, cuando vence el período de gobierno actual. ¿Pero cuándo empezará a descender la curva del coronavirus? ¿Lograrán las autoridades contenerla o aplanarla en el tiempo deseado?
En medio de esas interrogantes surgen las más variadas especulaciones y consideraciones de orden constitucional, en torno a las cuales difícilmente puedan encontrarse consensos. El principal valladar para eso no es sólo el dato objetivo del coronavirus, sino también los intereses políticos aún en medio de la pandemia, es decir, la titularidad del poder, y cómo se construirá o replanteará potencialmente más allá del 16 de agosto.
El papel de los liderazgos
Vivimos en una situación gravemente amenazadora para la institucionalidad. En los países donde la Covid-19 obligó a posponer las elecciones fue necesario que los liderazgos llegaran a acuerdos.
Aquí ya hubo la experiencia de las elecciones municipales. Sin embargo, es perceptible que el liderazgo principal de la República se resiste a dialogar directamente con sus opositores. Y aún con el vendaval de la pandemia ni siquiera ha cumplido la formalidad de agradecer la actitud colaboradora y dialogante.
El PLD, lo mismo que el PRM, esperaron hasta el último momento para definir su posición respecto a la postergación de la celebración de los comicios presidenciales y congresuales, y tanto antes del 15 de marzo como ahora, muestra que su liderazgo prefiere que toda forma de concertación se limite a lo electoral, en el marco de la JCE.
Para cualquier ciudadano común, la realidad es que existe un ambiente adecuado para la celebración de un diálogo de los liderazgos políticos sobre el país y sobre el futuro.
Se había dado una coyuntura favorable cuando fueron suspendidas las elecciones municipales. Pero ya vimos la preferencia por el diálogo a través del Consejo Económico y Social.
Cobra cada vez más vigencia preguntarse: ¿Qué pasaría si las elecciones deben ser postergadas más allá del 16 de agosto?
Puede haber respuestas, muchas respuestas, pero son los líderes los más llamados a encontrarlas en un ambiente que preferiblemente debe ser dialogado, más allá incluso de las vías que puedan ser encontradas en el Pleno de la JCE.
Vinculación comunitaria
El viernes 3 de abril en la noche, el ministro de la Presidencia Gustavo Montalvo anunció un plan de vinculación comunitaria para la prevención del coronavirus, mediante la creación de comités provinciales liderados por gobernadores, con participación de la sociedad civil y las iglesias.