La gestión actual de los recursos de la Tierra, como el suelo, el agua y la biodiversidad, amenaza la salud y la supervivencia de muchas especies del planeta, incluida la humana, advierte el nuevo informe de la Convención de las Naciones Unidas de Lucha contra la Desertificación (UNCCD).
El segundo informe de Perspectiva Global de la Tierra, que se publica después de cinco años de elaboración, alerta de que la humanidad nunca se había enfrentado a unos riesgos y peligros “tan conocidos y desconocidos que interactúan en un mundo hiperconectado y rápidamente cambiante”.
“No podemos permitirnos subestimar la escala y el impacto de estas amenazas existenciales”, insiste el documento de la UNCCD. “Seguir como hasta ahora no es un camino viable para nuestra supervivencia y prosperidad”, añade.
El informe, que se publica poco antes de que comience la COP15 de la UNCCD que se celebrará del 9 al 20 de mayo en Abiyán (Costa de Marfil), hace hincapié en la importancia de “conservar, restaurar y reutilizar” los recursos de la Tierra de forma sostenible.
Andrea Meza Murillo, secretaria ejecutiva de la UNCCD y exministra de Medio Ambiente de Costa Rica, afirma a Efe: “Este reporte es un llamado crítico. No podemos seguir con esa trayectoria acelerada de perder suelo fértil, que es la base para la seguridad alimentaria y la seguridad hídrica y para sostener ecosistemas saludables”.
Meza señala que “el suelo es la base fundacional de los ecosistemas y de la vida, un recurso fundamental, incluso para enfrentar la crisis climática y la pérdida de biodiversidad”.
En torno al 40 % de la superficie terrestre está degradado por la sobreexplotación agrícola de los suelos y la acción humana, indica el documento, una situación que afecta directamente a la mitad de la población mundial.
Meza explica que, cuando se usa suelo que “no es apto para actividades agropecuarias, va a haber un patrón de degradación. También las técnicas que se utilizan en los sistemas agroproductivos a veces no son las óptimas. Tenemos que lograr evolucionar hacia esquemas más sostenibles”.
ESCENARIOS FUTUROS
El documento proyecta las consecuencias de tres escenarios posibles hasta el año 2050: el mantenimiento de la situación actual, la restauración de 50 millones de kilómetros cuadrados de tierra y el aumento de las medidas de restauración mediante la conservación de zonas naturales importantes para las funciones específicas de los ecosistemas.
Si nada cambia, la UNCCD alerta de que para 2050 unos 16 millones de kilómetros cuadrados de suelo, un área equivalente al tamaño de toda Sudamérica, se degradarán de forma continua.
En cambio, si se pone en práctica la restauración de unos 50 millones de kilómetros cuadrados de tierras, es decir, el 35 % de la superficie terrestre mundial, mediante medidas como la agrosilvicultura, la gestión del pastoreo y la regeneración natural asistida, la salud del suelo mejorará potencialmente, incrementando el rendimiento de los cultivos y la retención de agua y reduciendo la pérdida de biodiversidad.
Además, agrega el informe, si a estas medidas de restauración se añaden otras de protección de áreas importantes para la biodiversidad, regulación del agua, conservación de reservas de suelo y de carbono y provisión de funciones críticas del ecosistema, se podrían recuperar 4 millones de kilómetros cuadrados adicionales de áreas naturales, evitar la pérdida de un tercio de la biodiversidad prevista y aumentar la retención de carbono.
EFECTOS ECONÓMICOS
El informe alude también al coste económico de la degradación de los suelos, recordando que 44 billones de dólares, aproximadamente la mitad del PIB mundial, están en riesgo por la pérdida del capital natural y de los recursos de la naturaleza.
Meza señala además que este proceso de degradación “tiene caras distintas”, pues no afecta por igual a países desarrollados, que tienen capacidad para mitigar los efectos de la degradación del suelo, que a países en vías de desarrollo, aunque insiste en que también se verán afectados por la inestabilidad y las migraciones que generará.
La UNCCD subraya que, si en la próxima década los gobiernos destinasen tan solo 1,6 billones de dólares de los 700.000 millones anuales de subvenciones que conceden cada año a las industrias de los combustibles fósiles y la agricultura, se cumplirían los compromisos actuales de restaurar para 2030 unos mil millones de hectáreas degradadas.
“Este informe es un llamado a la acción: si seguimos con esta trayectoria y no logramos revertir estos procesos de degradación, no vamos a alcanzar las metas climáticas que tenemos marcadas”, insiste Meza Murillo.
“Las acciones tienen que empezar ya. Si queremos lograr una meta en 2030 no podemos empezar a sembrar en el 2029”, concluye.