Panamá.- Isaac reconocía con la cabeza gacha que esta semana había hecho “trampa”: el jueves a la salida del colegio se comió un “hot dog”. Solo tiene 10 años, pero es consciente de su excesivo peso, por eso en la cita con su nutricionista se excusaba de que, al menos, lo había pedido sin ketchup.
Su madre, Thyanni de León, ponía los ojos en blanco, no solo por el pequeño pecado que su hijo había cometido, sino también porque se encuentran luchando contra un “sistema”. “¿A quién se le ocurre poner un carrito de perritos caliente enfrente de un colegio?”, se preguntaba en alto.
Isaac es uno de los miles de niños que tiene problemas de peso en Panamá. El dato estadístico nacional oficial más reciente (2008) da cuenta de que el 11 % de los menores de cinco años, el 27 % de los infantes entre cinco y nueve años, y el 25 % de los adolescentes del país sufren de sobrepeso u obesidad.
El pequeño Isaac lleva dos meses acudiendo a la Clínica de Obesidad de niños y adolescentes de la Policlínica Doctor Carlos N. Brin (pública), ubicada en la capital y que abrió sus puertas hace 11 años.
A Isaac, y al resto de los 500 pacientes anuales que recibe la clínica, le atiende un equipo multidisciplinario que intentan combatir esta enfermedad crónica desde el punto de vista psicológico, pediátrico y nutricional, encabezado por el pediatra Iván Wilson.
Pero solo el 25 % llega a su objetivo de conseguir un peso saludable. Es una lucha que se enfrenta con un “sistema” y a una “cultura” que no permite llevar una vida sana, dice a Efe el nutricionista José Rivero.
El especialista argumenta que en el país centroamericano las frutas y vegetales son caros y la tradición culinaria permite comer grandes cantidades de frituras.
A la hora de hacer la compra hay pocos productos con un etiquetado nutricional que especifique la cantidad de calorías, grasas o azúcares, y tampoco existe una regulación sobre la promoción y publicidad de alimentos o impuestos específicos para aquellos con un alto contenido de nutrientes críticos, asevera Rivero.
La realidad es que la responsabilidad de la cantidad de comida y de ejercicio que hagan los niños recae sobre los padres, pero las jornadas laborales tampoco les dejan muchas oportunidades. “Después de largas jornadas es normal que no puedan sacar a sus hijos al parque”, señala Wilson.
“Yo hay veces que llego tarde a la casa de trabajar, y no tengo energía para ir con mi hijo al parque, sobre todo porque lo primero son las tareas escolares, excesivas … hay días que nos dan las 11 de la noche terminándolas”, comentó Thyanni a Efe.
Ella también es maestra y está preocupada por lo que ocurre en los kioskos escolares. Al igual que la mayoría de padres, le da dinero a su hijo para que pueda comprar algo de comida. Pero… ¿cuál es la oferta?: productos grasientos, comida basura y apenas unos jugos de frutas.
Todo esto provoca que Panamá tenga un alto porcentaje de niños con obesidad. Los datos de 2008 ponían al país a la cabeza el ranking de menores de 5 años con problemas de peso en Centroamérica.
El nutricionista Rivera denunció que la obesidad en Panamá es “la alarma que cae en oídos sordos”, pues “mientras el país no promueva políticas públicas de prevención y asigne un presupuesto de inversión a la Promoción de la Salud, los fondos asignados al tratamiento de la enfermedad seguirán siendo siempre insuficientes”.
La obesidad puede tener dos orígenes: el psicológico, con la ansiedad como principal causa, y el genética, pues la mayoría de los padres de estos niños sufren del mismo problema.
La psicóloga Erika Perdomo dijo a Efe que las adolescentes son en gran medida las afectadas por la obesidad, al menos en la experiencia de la Clínica de obesidad, que pertenece a la Caja del Seguro Social.
La obesidad es considerada como una pandemia mundial por la Organización Mundial de la Salud (OMS). Es un problema social que acaba afectando a largo plazo al Estado y se asocia con discapacidad en la vida adulta y muerte prematura.
La OMS apunta que la epidemia de la obesidad “podría anular muchos de los beneficios sanitarios que han contribuido al aumento de longevidad en el mundo. Se estima que, en 2014, 41 millones de niños menores de 5 años presentaban sobrepeso u obesidad”.
Los niños obesos sufren de hígado graso, dificultad respiratoria, mayor riesgo de fracturas e hipertensión, y presentan marcadores tempranos de enfermedad cardiovascular, resistencia a la insulina y efectos psicológicos como son “el aislamiento y problemas de socializar”, explica la psicóloga Perdomo.
Para prevenir la obesidad, Rivera recomienda que al día se debe comer 3 porciones de frutas, 2 porciones de vegetales al día, tomar 8 vasos de agua y realizar 30 minutos de actividad física aeróbica.
Las personas deben además reducir o eliminar el consumo de frituras y evitar las bebidas azucaradas y los postres dulces.