De acuerdo con los datos del Sistema de Detección de Deforestación en Tiempo Real (Deter) del Inpe (Instituto Nacional de Investigación Espacial de Brasil) la deforestación en la selva amazónica brasileña se intensificó durante tres meses consecutivos y en mayo llegó a un 67 % con respecto al mismo mes del 2020, según un reporte citado por Reuters el 11 de junio.
Estos datos fueron arrojados cuando la mayor selva tropical del mundo se encuentra en la estación seca, en la cual se suele acrecentar la tala de bosques y hay más riesgo de incendios.
La estación seca en el Amazonas facilita las condiciones para que la industria maderera y ganadera talen los árboles de la selva, para comercializar la madera y liberar nuevos terrenos con el fin de explotarlos como pastos para el ganado y tierras de cultivo. La producción de cereales y la ganadería son señalados como los principales responsables de la deforestación. Una parte de la culpa la tiene el cultivo de la soja, ya que, según un estudio publicado en la revista Nature, el 9 % de los bosques destruidos en el continente fueron convertidos en plantaciones de soja desde el 2000, y en donde más rápido sucede esta expansión es en la Amazonía.
Los datos indican que la deforestación aumentó un 25% durante los primeros cinco meses del año respecto al año anterior, con 2.548 kilómetros cuadrados talados. De ellos 1.391 kilómetros fueron destruidos solamente en el mes de mayo, reportó el periódico el Poder 360.
En abril, el Gobierno de Jair Bolsonaro se comprometió a aumentar el presupuesto destinado a la protección del medioambiente, pero hasta el momento la promesa no se ha materializado. Según el reporte de Reuters, Ricardo Salles, el ministro del Medioambiente, hizo una solicitud al Ministerio de Economía para aumentar el gasto medioambiental, pero de momento no ha recibido respuesta.
Las agencias ambientales están preocupadas por la situación de deforestación y toman la iniciativa en la protección de los bosques amazónicos, pero el Gobierno no les brinda los recursos necesarios. Sobre las promesas de Bolsonaro comentó con desconfianza Marcio Astrini, jefe del grupo de defensa ambiental del Observatorio del Clima para Reuters: “Parecen ser palabras vacías”.