ESCUINTLA, Guatemala (AP) — La decisión de la agencia nacional de desastres de Guatemala de suspender temporalmente la búsqueda de las víctimas de la erupción del Volcán de Fuego llevó el jueves a varios familiares a emprender por su cuenta el rescate de los cuerpos de sus seres queridos.
Agregó que en la zona se instalará un puesto de monitoreo y recomendó a la población “no acercarse al lugar y atender las recomendaciones de las autoridades”.
Pero Oscar Chávez, de 34 años, decidió desoír la recomendación y acudió con su padre y su hermano menor a San Miguel Los Lotes, una población que quedó destruida por la erupción, para intentar localizar a su otro hermano, su cuñada y su sobrino.
“Desde el día que comenzó todo esto prácticamente ya no pudimos comunicarnos con ellos. Los buscamos en albergues, hospitales, en todos lados pero no los encontramos”, dijo Chávez a The Associated Press mientras su padre y su hermano intentaban derribar a machetazos el techo de la precaria vivienda.
“Decidimos venir aquí porque anteriormente las autoridades no nos dejaban entrar. Nos vinimos por aquí por la montaña para poder llegar acá, a la casa de ellos, y ver si logramos encontrarlos”, agregó entre lágrimas.
La CONRED indicó que el puesto de monitoreo se encargará de “evaluar constantemente el área y si las condiciones cambian permitir el ingreso de rescatistas para que continúen la búsqueda”.
Pero Noemí Ascón, de 41 años, ya no puede esperar. Sus seis sobrinos de entre uno y ocho años murieron dentro de la cabaña en la que vivían en San Miguel Los Lotes. La foto de los pequeños cubiertos por ceniza y abrazados entre sí que difundieron los socorristas es una de las imágenes más terribles de la tragedia. La madre de los pequeños fue hallada en la puerta de la vivienda y el padre cerca de allí.
“Es su trabajo, no es lícito que los dejen ahí. Que los saquen para que podamos llevarlos al cementerio”, reclamó la mujer que se encuentra alojada en un albergue también en San Miguel Los Lotes.
El portavoz de la Policía Nacional Civil presente en el lugar, Pablo Castillo, explicó que “el suelo es inestable y hay rocas y pedazos de troncos que no dejan avanzar a los vehículos hasta donde ingresamos los días anteriores”.
La violenta erupción del domingo del Volcán de Fuego, ubicado a unos 44 kilómetros al oeste de la Ciudad de Guatemala, ha dejado hasta el momento 99 muertos y al menos 197 desaparecidos.
El miércoles la lluvia obligó a los equipos de rescate a retirarse por temor a aludes de lodo y agua hirviendo que bajaban por las laderas del volcán y se mezclaban con gases y cenizas.
Entre interrupciones los socorristas, equipados con palas y maquinaria pesada, encontraron más víctimas mortales.
El Instituto Nacional de Ciencias Forenses de Guatemala dio por la tarde la cifra de 99 muertos, un aumento de 24 personas respecto del día anterior. Hasta ahora solo 28 cuerpos han sido identificados.
Los rescatistas hundían varillas de metal en el terreno para liberar el humo, una indicación de que la temperatura de la superficie se mantiene elevada. Los bomberos estimaron que en algunos puntos se habían alcanzado entre 400 y 700 grados centígrados.
El volcán es uno de los más activos de Centroamérica y todo el mundo estaba acostumbrado a los ruidos y humaredas, por lo que al principio nada parecía fuera de lo habitual el domingo, relató a AP Alfonso Castillo, un campesino de 33 años. Pero de repente la montaña expulsó una enorme nube de ceniza.
Castillo dijo que el pueblo desapareció en tres o cuatro minutos anegado por un “mar” de lodo que se estrelló contra las casas y arrastró a personas, mascotas y animales salvajes.