El vocero de la Coordinadora Nacional para la Reducción de Desastres (CONRED), David De León, indicó que “estamos analizando el terreno para tomar una decisión”.
Según los últimos datos oficiales del CONRED la erupción del domingo dejó al menos 75 muertos y 192 desaparecidos y convirtió lo que era un vergel en un paisaje lunar cubierto de ceniza.
Al menos 1,7 millón de personas se han visto afectadas en las zonas aledañas al volcán, ubicado a 44 kilómetros al oeste de la Ciudad de Guatemala. Unas 12.000 debieron ser evacuadas de las cuales más de 3.300 se encuentran alojadas en albergues.
Recelosos de las autoridades que les dieron poco tiempo para evacuar el domingo, cuando el martes se anunciaron nuevas erupciones los residentes de la región se apresuraron para abandonar el lugar.
El tráfico colapsó las carreteras y quienes no tenían vehículos caminaban incluso desde el centro de Escuintla, que no había recibido orden de evacuar.
Una columna de humo se alzó de la montaña y material volcánico caliente empezó a descender por su ladera sur, provocando órdenes de evacuación para media docena de poblaciones y el cierre de una autopista nacional. El instituto nacional de sismología y vulcanología indicó que el humo podría producir una “cortina” de ceniza que alcanzara los 6.000 metros de altura sobre el nivel del mar, planteando un peligro para el tráfico aéreo.
Rescatistas, policías y periodistas se apresuraron a abandonar la zona mientras una sirena sonaba de fondo y los altavoces repetían “¡Evacúe!”.
En la población de Magnolia, incluida en la nueva orden de evacuación, los residentes huían cargando bultos, bolsas de ropa e incluso perros pequeños en los brazos.
Dos días después de la erupción en muchos puntos el terreno seguía demasiado caliente para que los equipos de rescate buscaran cuerpos o sobrevivientes, algo más improbable cada día que pasa.
Un portavoz de los bomberos de Guatemala dijo que una vez pasen 72 horas desde la erupción habrá escasas posibilidades de encontrar a alguien con vida.