“La lengua mentirosa odia a sus víctimas, y las palabras aduladoras llevan a la ruina” (Proverbios 26:28)
La sabiduría manifiesta en los Proverbios del Rey Salomón, uno de los personajes bíblicos citados aún por aquellos que niegan la existencia de Dios, es una de las cosas donde se refleja que esta, mayor que el conocimiento adquirido en el transcurrir de la vida, es un don genuino desde lo alto.
Partiendo de la cita señalada al inicio, vemos que cuando hablamos y expresamos conceptos dañinos hacia alguien, que muchas veces ha cuidado su reputación durante toda su vida, especialmente por dejar un legado, una vez no esté en esta tierra, a su descendencia.
También podemos encontrar en las Escrituras cómo las bendiciones pasan, igual que las maldiciones, hasta la cuarta generación. Si bien es cierto que hay desenfoque con relación al desenvolvimiento y manejo intrafamiliar, no es menos cierto que cada uno de nosotros, si hay algo por lo que lucha, rompiendo todo obstáculo que se pueda presentar, es por la familia.
La frase “El papel aguanta todo” se usaba con frecuencia décadas atrás, obsoleta hoy ya que con sólo poner tus manos y hacer contacto con una pantalla, sin necesidad de cansar tu mano al agarrar un lápiz basta para que en minutos de manera extensiva, rompiendo distancias y zonas horarias, puedes destruir con la fuerza del misil más potente a padres, madres, abuelos, hijos, nietos, tíos, primos, enterrándolos moralmente durante el resto de su vida, y aún después de muerto.
Vivimos en guerra unos contra otros, de forma tal que, si no se frena la humanidad, terminaremos destruyendonos, peor que las fieras salvajes. Es paradójico, tanto desarrollo científico, conocimiento y capacitaciones, donde una gran meta es cuántos Phd’s se lograrán adquirir y exhibir, de igual manera que grandes marcas de vehículos, joyas, ropa y, lo que no se queda, las fotos de lugares deslumbrantes, sin embargo, hemos retrocedido en términos humanos.
Salomón, de una sabiduría impresionante y de abundantes riquezas, entendió que todo venía de Dios y que tanto saber, tener era solo “vanidad de vanidades”.
Desacreditar y salpicar a otros es alimento para el alma de aquellos que han sido dañados muchas veces desde su primera infancia, ya que los padres consideraban que por ser tan pequeños no entendían los eventos que se daban en su entorno. Cuidado si permites que estos te arrastren a tí a seguir el juego y bombardeo que, créeme, destruyen tanto o más que cualquier arma de guerra. Contribuye en todo lo que es bueno y sume a los demás.