El sector automovilístico ruso intenta sobrevivir al impacto de la denominada campaña militar de Moscú en Ucrania, ya que 11 de las 14 fábricas internacionales del sector han detenido temporalmente sus líneas de producción tras las sanciones occidentales, una situación que amenaza miles de puestos de trabajo.
“Mandaron a un tercio de los trabajadores a casa”, dice a Efe un empleado de la fábrica PSMA Rus, empresa conjunta de Stellantis y Mitsubishi Motors en Kaluga que se ha visto obligada a detener parte de sus producciones y reducir las restantes.
Es uno de los 2.000 empleados de la planta que, a día de hoy, no tiene claro su futuro, ni el de su ciudad, que se encuentra al sur de Moscú y donde hay varias fábricas automovilísticas extranjeras.
“A mí, claro está, me gustaría continuar trabajando”, añade el trabajador de unos 60 años mientras espera un autobús de vuelta a casa tras el fin de su jornada laboral.
SUSPENSIÓN DE LAS PRODUCCIONES
La situación en Ucrania no solo provocó la imposición de duras sanciones económicas a Rusia, sino que desató la desbandada de muchas empresas internacionales que han anunciado, cuando no la retirada total del país, al menos una suspensión de su actividad, también en el sector automotriz.
Un impacto considerable si se tiene en cuenta que este sector genera de modo directo e indirecto más de 3,5 millones de empleos, según datos de 2018 del Ministerio de Industria y Comercio de Rusia.
Apenas cuatro días después de que las tropas rusas entraran en Ucrania, Renault detuvo sus empresas en Rusia, seguida de Volvo Trucks y Volkswagen, estas dos últimas con sendas plantas en Kaluga, y Toyota, con una fábrica en San Petersburgo, entre otras compañías automovilísticas.
Actualmente, 11 de las 14 fábricas automovilísticas extranjeras en Rusia han detenido sus líneas de producción.
Mitsubishi Motors ha sido el último fabricante en anunciar que detenía el suministro de piezas y exportaciones de vehículos a Rusia, así como la producción en Kaluga debido a las dificultades logísticas provocadas por las sanciones.
Empresas como Mazda, Mercedes Benz, Honda, Porsche, Audi, detuvieron también las exportaciones a Rusia.
Las marcas rusas como LADA, KAMAZ o UAZ también se han visto afectadas por la falta de algunas piezas, por lo que se estudia “rescatar” las producciones con vehículos con menores prestaciones, en especial las vinculadas a los sistemas de control electrónico.
Ninguna de las empresas automotrices extranjeras con presencia en Rusia ha anunciado su salida total del mercado y solo la checa Skoda vinculó directamente el cese de la producción al conflicto en Ucrania.
La mayoría explica la suspensión en sus operaciones con la ruptura de las cadenas logísticas a consecuencia de las sanciones.
KALUGA, EJEMPLO DEL PARÓN
En Kaluga, ubicada a 200 kilómetros al sur de Moscú, este parón ya se empieza a notar.
Y es que la ciudad, de poco más de 300.000 habitantes, está rodeada por un anillo industrial que no solo da trabajo y sustento, sino que ha significado el disparador de una apreciable mejoría del nivel de vida en los últimos quince años.
“En 2005 esta ciudad era todavía totalmente ‘soviética’, un típico ‘sovok’ (apelativo peyorativo con que se designa el estatismo del modo de vida soviético)”, explica a Efe Yura Gladki, empresario local que está convencido de que “la masiva apertura de empresas con capital extranjero cambió totalmente a Kaluga, le dio nueva vida”.
Por eso la urbe depende directamente de la industria automotriz y el cese de su actividad puede afectar a miles de trabajadores.
Ninguno de los fabricantes quiso proporcionar a Efe información sobre el estado de sus producciones o dar acceso a las plantas.
Desde fuera, las fábricas de Volkswagen y Volvo Trucks parecen detenidas y sin movimiento de empleados o maquinaria.
TODOS SE ADAPTAN
“Algunas líneas se han parado, algunas no. La situación no ha afectado por igual a todos los talleres”, dice a Efe un joven pelirrojo llamado Vladislav, empleado de PSMA Rus, donde sí se observa actividad.
Se ha perdido un tercio de la capacidad de la fábrica, explica por su parte Alexéi, un joven trabajador que acaba de terminar su jornada laboral.
Vladislav afirma que la planta de PSMA Rus no pone punto final a la producción de Mitsubishi, sino que cesa temporalmente la fabricación de los modelos de esta marca, mientras sigue la de otros automóviles como Opel, Citroën y Peugeot, de Stellantis.
Los empleados fijos que no trabajan están en casa con el sueldo pagado.
El resto acudirá a sus puestos de trabajo hasta mayo, cuando la empresa impondrá “vacaciones” pagadas a la plantilla hasta junio, señala Alexéi.
“No han despedido a nadie”, resalta su compañero Vladislav. La planta superará esta “etapa oscura”, añade confiado.
“La gente comprende que no es un capricho de la empresa, todos lo asumieron y firmaron voluntariamente las solicitudes de vacaciones”, señalan.