Washington, 24 jul (EFE).- El secretario del Tesoro de Estados Unidos, Steven Mnuchin, y el representante de Comercio Exterior, Robert Lighthizer, viajarán la próxima semana a China para mantener negociaciones “enfocadas en el mejoramiento de la relación comercial” entre los dos países, informó este miércoles la Casa Blanca.
Por parte de China las negociaciones, a partir del 30 de julio, las encabezará el viceprimer ministro, Liu He.
“Las discusiones cubrirán una amplia gama de asuntos, incluidas la propiedad intelectual, la transferencia obligatoria de tecnología, las barreras no arancelarias, agricultura, servicios, el déficit comercial y la aplicación de normas”, añadió el comunicado de la Casa Blanca.
Las tensiones comerciales entre Washington y Pekín tienen sus raíces en el desequilibrio de la balanza comercial a favor de China, que ascendió a 419.000 millones de dólares en 2018, y ha sumado 137.076 millones de dólares en los cinco primeros meses de 2019.
Las dos mayores potencias económicas del mundo han estado intercambiando acusaciones y represalias arancelarias desde hace más de un año.
A finales de junio, el presidente de EE.UU., Donald Trump, y el chino, Xi Jinping, acordaron en la reunión del G20 de Japón una nueva tregua a la guerra comercial, por la que Washington frenó la imposición de nuevos aranceless a China.
El Gobierno de Trump, no obstante, mantiene en vigor sus aranceles a productos chinos por valor de 250.000 millones de dólares, y China conserva sus gravámenes a las importaciones estadounidenses por un total de 110.000 millones de dólares.
Trump había amenazado antes de esa reunión con imponer aranceles de entre el 10 % o el 25 % a unos 325.000 millones de dólares en importaciones chinas, lo que había alarmado a los mercados internacionales y a numerosas empresas, que temían aumentos de precios en algunos de los productos más cotizados por los consumidores.
Aunque tras el acuerdo con Xi esos gravámenes están fuera de la mesa, ambas partes siguen sin un acuerdo en asuntos como las dificultades para que las empresas estadounidenses accedan al mercado chino o que, una vez ahí, partan en desventaja contra las estatales chinas, subsidiadas por Pekín.
Tampoco hay postura común en cuanto a propiedad intelectual, transferencia forzada de tecnología o ciberseguridad, aspectos estos últimos que se han tornado más complicados por las restricciones que Washington mantiene sobre los negocios de Huawei.
El Departamento de Comercio indicó en mayo que la empresa china “está involucrada en actividades contrarias a la seguridad nacional o la política exterior de Estados Unidos”, y recomendó una veda sobre sus productos de telecomunicaciones.
Huawei es la mayor vendedora mundial de esos equipos incluidas las redes inalámbricas de quinta generación (5G).
Pero poco después la Administración del presidente Donald Trump emitió un decreto que permite la venta de algunos de esos productos hasta el 19 de agosto. EFE