Hubo un momento en los 20 años que tuvo el PLD ocupando la “Silla de Alfileres” en el Palacio Nacional que tenía todo bajo su control. Ahora con el devenir del tiempo podría quedarse sin nada.
Para muchos, su desplome comenzó en aquellas primarias abiertas del 6 de octubre del pasado año en las que debía escoger sus candidatos para las Elecciones Presidenciales, Congresuales y Municipales.
Todo este proceso estuvo matizado por la lucha sin cuartel de sus dos principales líderes, el doctor Leonel Fernández y Danilo Medina. El propósito de Medina era impedir que Fernández fuese candidato, y para ello se diseñaron planes a, b y c. Primero sus ganas de modificar la Constitución para superar el “nunca jamás” de su candidatura presidencial, luego la selección de un “todos contra uno” con la selección de Gonzalo Castillo, y finalmente, los hechos ocurridos el mismo 6 de octubre, que según los seguidores de Fernández, fue ejecutado un fraude electoral.
De ahí para acá el PLD ha pasado por una “mala racha” que le ha quitado el Poder Municipal que dominaba por completo, el Poder Legislativo, donde era ley, batuta y constitución, y naturalmente el enorme Poder Ejecutivo, rector de los demás poderes con que cuenta el Estado, por lo menos en los gobiernos peledeístas.
En sus años de lujo el PLD controlaba a plena capacidad los tres poderes mencionados y el rumor público aseguraba que dominaba el Tribunal Constitucional, el Consejo Nacional de la Magistratura, el Tribunal Superior Administrativo, la Suprema Corte de Justicia, la Cámara de Cuentas, la Junta Central Electoral y el Tribunal Superior Electoral.
Su poderío doblegaba a todos en la Federación Nacional de Municipios, la Asociación de Juntas Distritales y la Liga Municipal Dominicana.
Su brazo largo se extendía hasta el Consejo Nacional de la Empresa Privada, gremios profesionales, empresas del transporte y centrales sindicales.
Con la derrota en las elecciones del 15 de marzo se esfumaron sus poderes sobre las agrupaciones que dirigen los municipios y en las del 5 de julio cayeron sus controles en la Cámara de Diputados y en el Senado de la República.
Perdidos sus poderes a esos niveles ya se eligió una nueva Junta Central Electoral, en la que ni siquiera fue tomado en cuenta y su único planteamiento en la sesión donde se escogió ese organismo fue tratar de conseguir la selección de presidente distinto al aprobado en la terna presentada. Por cierto, al proponer a Eddy Olivares, el PLD sólo evidenció su debilidad, pues el exmagistrado es un reconocido dirigente del PRM y vocero del expresidente Hipólito Mejía.
Este tratamiento al otrora poderoso partido se proyecta a otros organismos que deberían ser conformados muy pronto y que podría pasar tal cual ocurrió con la selección de los miembros de la JCE, como son los casos de la Cámara de Cuentas, que ya está en proceso de selección en la Cámara de Diputados, y el Tribunal Superior Electoral, que será removido tan pronto sesione el nuevo Consejo Nacional de la Magistratura, en proceso de conformación.
En el caso de la Liga Municipal Dominicana (LMD), si es que el Gobierno del PRM no decide su eliminación, por innecesaria y clientelar, sus actuales ejecutivos deben estar recogiendo sus cosas para salir, pues de seguro, el Poder Ejecutivo lo tiene en agenda para enero. De hecho, el presidente ex oficio de esa institución, que corresponde al Ministro de Interior y Policía, designado por el presidente Luis Abinader, ya lo tiene en la mira.
Un simple ejercicio de lo que ha sucedido y lo que va a suceder, ubica al PLD con cierto poder en la Suprema Corte de Justicia, donde su actual presidente, Luis Henry Molina tuvo que renunciar de su puesto en el Gobierno y formalmente a su militancia peledeísta para ocupar ese distinguido cargo.
Ahora que el PLD inició su Congreso José Joaquín Bidó Medina, ya apartado del poder, su cúpula debe hacerse la interrogante: ¿Qué nos pasó, en qué nos equivocamos?, pues en 13 meses, desde el 6 de octubre del 2019 al 5 de julio del 2020, lo teníamos todo y nos hemos quedado sin nada.