Rabat, (EFE).– El papa Francisco celebró este domingo una misa en el estadio príncipe Moulay Abdellah, de Rabat, ante 10.000 fieles católicos, donde pidió que no se caiga en el odio y en la venganza, que solo acaba con el alma de los pueblos.
El pontífice argentino dedicó la segunda y última jornada de su visita al país magrebí a la pequeña comunidad católica de cerca de 25.000 personas, formada por inmigrantes y que representa el 0,07 por ciento de la población, según los datos proporcionados por el Vaticano.
Cuando el coche de Francisco apareció en las pantallas fue recibido con gran entusiasmo entre gritos y aplausos a su llegada al pabellón, en el que pudieron verse muchas banderas españolas de fieles llegados desde este país y se escucharon “Vivas” al papa, en la que puede considerarse la misa con mayor número de personas que se ha celebrado en este país.
El pontífice argentino llegó este sábado a Marruecos, que permite la libertad de culto, pero castiga la conversión de sus ciudadanos, por lo que muchos convertidos tienen que vivir en el silencio, un tema que no abordó hoy.
A los católicos presentes, muchos de ellos de países subsaharianos, les animó en su homilía a “seguir haciendo crecer la cultura de la misericordia, una cultura en la que ninguno mire al otro con indiferencia ni aparte la mirada cuando vea su sufrimiento”.
Y a ocuparse “de los pequeños y de los pobres, de los que son rechazados, abandonados e ignorados”.