El modelo basado en un líder único, o por lo menos en un liderazgo fuerte, encarnado en una figura, vuelve a predominar en las organizaciones políticas que conforman el sistema de partidos dominicanos, tras la recomposición en el pasado proceso electoral.
La división del PLD deja como principal líder de esa organización a Danilo Medina, sin rastros de disidencia por el momento. Pero el esquema de un liderazgo único es más pronunciado aún en la nueva entidad política, Fuerza del Pueblo, cuyo fundador y guía es el expresidente Leonel Fernandez.
En ese escenario, cada uno de los dos principales partidos de oposición tiene un líder dominante y que posiblemente consiga aglutinar las fuerzas internas en cada organización. Uno de ellos, dos veces presidente de la República, y el otro, jefe del Estado en tres ocasiones.
El PRM, que será a partir del 16 de agosto la fuerza politica oficialista, tendrá una situación similar. Aunque es un partido de varios líderes, que hasta ahora ha pasado la prueba de la democracia interna, entre sus filas tendrá al presidente de la República, Luis Abinader, quien en la práctica, al ostentar el cargo, se convierte en la principal figura del partido.
Hasta ahora, en el PRM, Hipólito Mejía ha representado el segundo liderazgo más importante, pero hay una serie de figuras llamadas a encarnar el relevo. En ese grupo, el más destacado es el exalcalde del Distrito Nacional y próximo ministro de turismo, David Collado.
Menos que antes, pero aún se da
Aunque lo deseable en el sistema democrático es que los partidos funcionen de manera institucional, regidos por sus estatutos y guiados por sus respectivas directivas, ha sido más frecuente el modelo en el que una figura ejerce el principal liderazgo.
En años recientes, el fenómeno no ha sido tan frecuente ni tan marcado como en la época dominada por Joaquín Balaguer, José Francisco Peña Gómez y Juan Bosch, pero lo cierto es que en la mayoría de los partidos hay un líder principal. Y esto no solo se verifica en las grandes agrupaciones, sino también, y con mayor preponderancia, en las fuerzas minoritarias. En esas organizaciones, es muy común que el líder sea el mismo candidato presidencial o el que recibe “poderes extraordinarios” para pactar con otras fuerzas políticas.
Con dos no ha funcionado
El esquema de dos líderes también se ha puesto en práctica en algunos partidos, pero muchas veces ha terminado de la peor forma.
La prueba más reciente es la división del PLD. Hacía tiempo que se había hecho evidente que Danilo y Leonel no cabían juntos en el mismo lugar.
Fernández y Medina eran dos aliados que se complementaban, hasta el 2007, cuando ambos aspiraron a la candidatura presidencial y la relación personal y politica comenzó a quebrantarse. La ruptura se había dado hace mucho, aunque la división de los morados se formalizó en el pasado proceso electoral.
Ese choque de liderazgos que a veces se queda en conflictos internos, pero que muchas veces genera una división, se ha verificado en más de una ocasión en el PRD. Hipólito Mejía y Miguel Vargas fueron los protagonistas del último episodio, pero antes fueron el mismo Mejía y el hoy extinto Hatuey DeCamps. Jacobo Majluta y Peña Gómez, ambos fallecidos, ya habían chocado, provocando la división del partido blanco. En todos esos casos, el PRD ha “parido” otras organizaciones políticas. Fue en esas circunstancias en que nacieron partidos como el PRI, el PRSD y el BISD, entre otros.
En otros partidos también ha fracasado el sistema de dos líderes. El PRSC, por ejemplo, tuvo una temporada breve en el que Quique Antún e Ito Bisonó eran las principales figuras, pero la cohabitación se hizo imposible. Con el agravante. para los reformistas, de que Antún tampoco ha logrado cohesionar las fuerzas en el partido rojo.