El motor de la vida es la libertad. Y lo es porque es lo que nos permite ser, ir y elegir. Caminar y parar, creer y dudar.
Es el motor porque nos permite pensar, sentir y tener. Lo es porque nos permite entender que hay otras personas iguales, menores y mayores que nosotros.
La libertad es un motor que nos permite optar caminar en la luz o en la tiniebla. Ser solidarios o indiferentes. Es el gran motor que nos impulsa a destruir o construir.
Es el motor que nos apalanca a ser ente de vida o factor de muerte. Es razón de vida la libertad que nos impulsa a ser fuego que destruye o semilla que germina. Es motor que nos empuja a hacer de la verdad la única razón de vida o una mentira que lacera el alma de los buenos en favor de los malos.
Es el motor de los escépticos y de los que entienden que el centro de todo lo es el mismo Dios que les creó. Y lo es, porque Se erige como rayo fulgurante que hiere lo oscuro e ilumina la vida del mundo futuro.
Es motor porque hace de lo incierto, certeza fértil y tierra de esperanza. Porque hace de la avaricia generosidad compasiva. Lo es porque anula la simulación y hace nacer la grata transparencia del trato entre humanos.
Es el motor de vida que nos permite ser leal o desleal, odiar o AMAR.
El problema de la sociedad es un problema fundamentalmente humano, no político, económico ideológico o de género; porque es un problema que trasciende modelos sociales y esquemas económicos. El dilema humano de la sociedad, es esencialmente un problema de VIDA y libertad para vivirla.
El autor es profesor titular de la UASD