Medina ha subido rápidamente al “cuadrilátero político”
Tras la derrota de su Partido de la Liberación Dominicana (PLD), Danilo Medina ha iniciado una lucha casi imposible para mantener su liderazgo en esa organización, que en los últimos años había dominado todo el espectro político, social y económico.
Todo empezó el año pasado, cuando se propuso modificar la Constitución de la República que de forma expresa le prohibía aspirar para un nuevo período presidencial, ni para las elecciones recién pasadas de este año, ni ninguna otra, bajo las leyes actuales.
En ese primer intento fue derrotado por sus adversarios externos y el resto de sus contrarios en los partidos políticos y en los estamentos de la sociedad civil.
Incluso, el Gobierno de los Estados Unidos, a través de su Departamento de Estado, le clavó los frenos de emergencia para bloquear sus aspiraciones.
Impedido constitucionalmente para aspirar a seguir gobernando más allá del pasado 16 de agosto, impuso en su partido un candidato que él entendía podría abrirle una puerta en el Palacio Nacional para que, si no podía ser el poder detrás del trono, por lo menos no borrara su impronta.
Esa estrategia, que dividió su partido y le costó la derrota del 5 de julio, no ha significado que abandone sus planes y recoja sus aspiraciones de mantenerse activo en las lides políticas.
Ni siquiera se arredra con la tanda de denuncias y escándalos de corrupción en su administración que, no sólo amenaza con llevar a la cárcel a sus funcionarios más cercanos, sino que estos hechos, aparentan tan bochornosos que salpican su propia persona.
Totalmente diezmado, con un proyecto que de 30 senadores sólo ha quedado con cuatro, que de 120 diputados conserva 68 y despojado de las principales alcaldías de la nación, Medina aún cree que tiene músculos para seguir sobre el cuadrilátero.
Esto es lo que se percibe con su rápida incorporación a la lucha política a menos de 30 días de abandonar el Palacio Nacional.
Desplaza la dirigencia
Primero capitaneó la reunión del Comité Político, luego convocó a sus diputados para evaluar su fracaso electoral y más tarde convocó al Bloque de Senadores para orientarlos sobre cómo actuar en su rol de partido opositor.
En cada una de estas acciones, Medina se ha presentado como “jefe único” a quien hay que escuchar y obedecer.
Imponerse de esa manera ya ha costado algunos disgustos entre sus súbditos, a quienes reprochó su interés de querer algún puesto de dirección de cara al Congreso del Partido el próximo mes de octubre.
“No sé cual es la importancia de querer ser miembro de una maldita comisión”, dijo Medina en una actitud desafiante, tras enterarse que había disgusto entre sus seguidores con los equipos seleccionados.
¿Por qué persistir en mantenerse activo en política?
Danilo Medina tiene impedimento constitucional para aspirar a la Presidencia y aunque gestione no se sabe por qué medios modificar la Carta Magna, resulta muy cuesta arriba, pues no cuenta con votos suficientes para destrabar la Ley de Leyes.
No pudo durante su ejercicio, con mayoría en el Congreso y siendo comandante en jefe de las Fuerzas Armadas, por lo que parecería más difícil que lo consiga en las actuales circunstancias.
Algunos afirman que su sueño es alentado por el Grupo de Hipólito Mejía en el Congreso, pero de ser cierto, esa fuerza no sería suficiente para amarrar una reforma constitucional.
Todavía superando esa barrera, tendría que sepultar el lastre de sus ocho años en el poder, bajo bombardeo de parte del equipo gobernante ahora, el partido Fuerza del Pueblo y sus opositores más radicales.
Pero de todas formas, si saliera airoso en sus propósitos y llegara a ser candidato para las elecciones del 2024, estaría rondando los 71 años de edad, que para una campaña al estilo dominicano pesan mucho, aunque tiene a favor las hazañas del desaparecido caudillo reformista Joaquín Balaguer.
El desafío
Todos estos elementos traen al tapete un tremendo desafío, pues es muy probable que si no se proyecta como potencial candidato para las próximas elecciones, será muy difícil mantener viva su figura y el influjo sobre sus diezmadas tropas.
En la cultura dominicana nadie se imagina que un político que no pueda aspirar a la Presidencia de la República va a conservar su liderazgo ni por amor, ni por temor.