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Declaración final hace un llamado a la “reducción progresiva” del carbón y no a su “eliminación progresiva”

Este sábado por la noche bajó el telón, 24 horas después de lo previsto, la Vigésimo Sexta Conferencia de las Partes de la Convención de Naciones Unidas para el Cambio Climático, la COP26, un encuentro sobre el que existían grandes expectativas de avances en la acción climática, pero del que se lograron sólo algunos avances.

Los más optimistas, como el enviado especial de Estados Unidos para el Cambio Climático, John Kerry, afirman que el acuerdo final representa el inicio oficial de la carrera por mantener el aumento de la temperatura global por debajo de 1.5° centígrados para el año 2100.

Por cierto, la presencia de Kerry hasta el final de las negociaciones en Glasgow es muestra de la fuerte implicación de la administración Biden en el documento final, lo que tiene todo el sentido, teniendo en cuenta que Estados Unidos es el principal emisor histórico y per cápita del mundo, de gases de efecto invernadero.

Sin embargo, la opinión de los representantes de muchos de los países presente en la conferencia es que el llamado a reducir el uso del carbón, plasmado en la declaración final de la COP26, no es vinculante ni genera ninguna obligación real, por lo que no es más que un pedido llano sin promesa de resultados.

De hecho, el primer ministro de Australia, Keith Pitt, afirmó en declaraciones emitidas mientras se desarrollaba la Cumbre, que su país seguirá produciendo y exportando carbón, palabras que parecen contradecir los propios intereses de su país, que ha sufrido largas sequías y gigantescos incendios forestales, pero que reflejan la visión de quienes producen y exportan el mineral.

“Seguiremos teniendo mercados por décadas en el futuro, y si ellos lo compran… pues nosotros lo venderemos. Si no ganamos ese mercado, otros lo harán”, dijo Pitt.

Gracias a la acción de quienes comparten esa visión, la declaración final de la COP26 hace un llamado a la “reducción progresiva” del carbón y no a su “eliminación progresiva”, como estaba redactado poco antes de que India, otro gran productor y exportador de Carbón, introdujera a última hora, la enmienda que cambió el contenido del acuerdo.

Y como este llamado, el documento final de Glasgow recoge otros que dan una luz de esperanza al mundo pero que no terminan de poner en blanco y negro los compromisos de los casi 200 países firmantes. Tal es el caso de otro tema espinoso, el financiamiento climático: sobre este tema, el documento final de COP26 también se limita a hacer un nuevo llamado, esta vez, para que los países desarrollados dupliquen los montos de financiación registrados en 2019 hacia los Estados en desarrollo, pero no es más que eso, un llamado.

El documento también reafirma el deber de los países desarrollados de cumplir la promesa de aportar los 100 mil millones de dólares año para aquellos en desarrollo, pero mirándolo en perspectiva, poco se gana con ello si tenemos que cuenta que la Organización de Naciones Unidas, ONU, ya alertó en meses recientes que los montos registrados a la fecha no alcanzan el 30% de ese compromiso.

De poco vale, entonces, que durante esta COP26 se haya puesto en marcha un proceso para definir el nuevo objetivo global de financiación, si el objetivo actual se ha reivindicado, pero nunca se ha alcanzado.

Un reglamento para París

El mayor avance de esta COP26 ha sido, sin lugar a dudas, la finalización de varios artículos que estaban pendientes del reglamento de aplicación del acuerdo de París.

Sin embargo, aun se debe revisar en profundidad la redacción de dichos artículos, pues algunos reportes preliminares indican que el lenguaje utilizado y la flexibilidad en los tiempos de formulación, revisión e implementación de las Contribuciones Nacionalmente Determinadas (NDC, por sus siglas en inglés) sigan siendo más o menos voluntarias.

En cuanto al Marco de Transparencia Mejorada, que ahora prevé tablas y formatos acordados para contabilizar e informar sobre los objetivos y las emisiones de cada país. Este elemento deberá ser ahora revisado e integrado al recién creado Sistema de Transparencia de la República Dominicana, creado a través del decreto 541-20 que ordena crear el sistema de Medición, Reporte y Verificación de los Gases de Efecto Invernadero.

En líneas generales, podemos afirmar que Glasgow da un paso adelante respecto al acuerdo de París, intenta facilitar su aplicación total y muestra la intención de iniciar el camino para enfrentar con efectividad el cambio climático, pero queda muy lejos de llenar las expectativas que todos tenían sobre esta cumbre.

A seguir cumpliendo y “buscársela”

La delegación de República Dominicana que asistió a la COP26 puede volver con la frente en alto, tanto el arduo trabajo de los técnicos en las mesas de negociación, como el papel de representación y liderazgo jugado por los dos co-jefes de la delegación, el ministro de Medioambiente y Recursos Naturales, Orlando Jorge Mera; y el vicepresidente ejecutivo del Consejo Nacional para Cambio Climático, Max Puig; dieron y seguirán dando frutos.

La representación del país partió a Reino Unido con los deberes hechos, con una NDC actualizada que aumentó la ambición climática nacional, estableció medidas de adaptación concretas y definidas por sectores y con costos de financiación establecidos; con un Marco de Transparencia legalmente constituido y en proceso de construcción; con una capa boscosa aumentada y con marco jurídico para su protección efectiva; y con las prioridades nacionales para la negociación muy bien definidas.

Sin embargo, los pocos avances logrados en los temas prioritarios para el país, obligan a que República Dominicana mantenga “la agresiva” búsqueda de cooperación para el financiamiento internacional en los temas fundamentales para el país, como son la adaptación ante el cambio climático, especialmente para proteger el patrimonio natural turísticamente productivo, y la infraestructura en las zonas más vulnerables al cambio climático.

El país ya ha hecho su parte, la creación del Parque Nacional Los Tres Picos, las constantes jornadas del Ministerio de Medioambiente para la reforestación y siembra de mangles son medidas de fondo para impulsar soluciones basadas en naturaleza. De su lado, el Consejo Nacional para el Cambio Climático aprovechó esta conferencia y adelantó contactos de alto nivel con el Banco Europeo de Inversiones, el Banco de Desarrollo del Caribe, el Fondo de Inversión para el Clima, la organización NDC Partnership, la Unión Europea y el programa Euroclima, el Bank of America y la Fundación Rockefeller, entre varias otras que exploran posibilidades de inversión y cooperación en República Dominicana.

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