Estas últimas horas trascurrieron con cierta polémica en la llegada de delegaciones de América y de Europa para acompañar la jornada de votación, incluido un incidente con un diputado argentino, entre nuevos llamados a la calma para que no se repita la crisis política y social de los comicios de octubre de 2019.
El país suramericano se debate en la duda de si tras este domingo habrá un Gobierno salido de las urnas, después de casi un año de interinidad de la mandataria transitoria Jeanine Áñez, o un nuevo estallido de violencia, un temor que desde hace días llevó a muchos bolivianos a acaparar comida y combustible.
Esta pasada noche la llegada al aeropuerto de El Alto, junto a La Paz, del diputado argentino Federico Fagioli generó una nueva polémica en Bolivia, como el día antes pasó con delegaciones políticas venidas de distintos países de América y de España.
Fagioli denunció que fue detenido y el presidente argentino, Alberto Fernández, responsabilizó al Gobierno interino de Áñez, que a su vez desmintió cualquier detención y acusó al diputado progresista de venir a Bolivia a entrometerse en asuntos internos.
La polémica desde este pasado viernes está en que el órgano electoral de Bolivia tiene autorizadas misiones internacionales de observadores como las de la Organización de Estados Americanos (OEA) y la Unión Europea (UE), mientras que el Ejecutivo transitorio denuncia que varias de estas delegaciones no son veedores acreditados sino invitados del Movimiento Al Socialismo (MAS).
Incluida una de Podemos, un partido en el Gobierno de coalición en España y cercano al MAS en los casi catorce años que Evo Morales gobernó Bolivia.
Morales, que desde Argentina dirigió la campaña electoral del MAS, denunció en redes sociales ante la comunidad internacional episodios como este del diputado argentino, defendiendo que los observadores internacionales son garantía de transparencia electoral, pues su partido cuestionada desde hace días el sistema de resultados.
El expresidente hizo un llamado a la tranquilidad, un pedido ha llegado incluso al nivel del secretario general de Naciones Unidas, António Guterres.
António Guterres se ha sumado en una breve declaración a las voces que instan a respetar el resultado, que en Bolivia puede tardar varios días.
Los comicios del 20 de octubre de 2019 fueron luego anulados entre denuncias de fraude a favor de Evo Morales, que había sido declarado vencedor para un cuarto mandado seguido y que siempre ha defendido fue una victoria lícita, mientras un año después sigue el proceso judicial que investiga qué pasó aquel día.
El MAS, que va primero en las encuestas pero con la duda de si ganará en primera vuelta, ha anunciado que tendrá su propio sistema de cómputo, tras cuestionar que se haya eliminado un paso como la fotografía de las actas de votación y que las urnas vayan a ser custodiadas por militares, además de policías.
Evo Morales siempre ha denunciado que en noviembre del año pasado se vio forzado a dejar el poder por un golpe de Estado de militares y policías, entre otros.
Morales salió entonces abruptamente de Bolivia después de que un informe de la OEA advirtiera que hubo manipulación de resultados, mientras luego otros argumentaron que no fue así.
El secretario general de la OEA, Luis Almagro, subrayó durante esta jornada que el Tribunal Supremo Electoral garantiza que las actas se podrán fotografiar por quien lo desee, aunque el sistema no lo exige de la forma que hacía antes.
Este domingo 7,3 millones de bolivianos están llamados a elegir presidente, vicepresidente, senadores y diputados entre cinco candidaturas, tras retirase tres durante la campaña.
Una de ellas la presidenta interina Áñez, que en esta jornada recordó que la votación se desarrollará con un protocolo de bioseguridad para evitar contagios de covid-19.
La cita con las urnas en Bolivia se pospuso del 3 de mayo al 6 de septiembre y luego al 18 de octubre ante la emergencia sanitaria.
Turnos de mañana y tarde, una hora más de votación, el uso de mascarillas y el distanciamiento social en las filas de votación son algunas de las medidas preventivas, en un país con más de 8.400 fallecidos y cerca de 139.000 positivos del nuevo coronavirus, la mayoría recuperados, entre sus once millones y medio de habitantes.
Esta es la coyuntura en la que Bolivia llega a su cita electoral, en medio de la pandemia y en espera de si el MAS de Morales gana en primera vuelta, pues desde sus filas se ha advertido de que si no es así será por un fraude y habrá convulsión.
O si va a una segunda con el expresidente Carlos Mesa de Comunidad Ciudadana, que ya gobernó en 2003 hasta su renuncia en 2005 también entonces en un país convulsionado. EFE