SANTIAGO DE CHILE — La presidenta Michelle Bachelet informó el viernes de una reunión de diversas autoridades para revisar las medidas de seguridad durante la visita del Papa Francisco a partir del lunes, que coincidió con atentados contra cinco iglesias católicas en diversos puntos de la ciudad.
El obispo de la comuna sureña de San Bernardo, Juan Ignacio González, calificó los hechos de “expresiones muy anárquicas”.
La visita del papa a Chile tiene como puntos centrales el sufrimiento de los inmigrantes y los pueblos originarios de La Araucanía, donde grupos de mapuches demandan la devolución de tierras ancestrales y periódicamente queman maquinarias agrícolas, camiones y propiedades de empresas forestales.
Sin embargo, el tema que ha dominado los últimos días son los abusos sexuales de sacerdotes y de obispos, la mayoría de los cuales fueron ocultados por la jerarquía eclesiástica, según una organización estadounidense dedicada a investigar estos casos a nivel mundial.
Uno de los problemas que pesa sobre la Iglesia local es la designación en 2015 del obispo Juan Barros a la diócesis de Osorno, en el sur del país. Barros está acusado de encubrir al cura Fernando Karadima, el mayor pedófilo de la historia eclesial chilena y el ocultamiento de abusos sexuales de curas contra menores.
Una carta obtenida en exclusiva por The Associated Press reveló que el papa sabía de la resistencia que despertaba la designación en la Conferencia Episcopal y los habitantes de Osorno y que trató de sacar a otros dos obispos también sindicados como encubridores asignándoles un año sabático, pero el plan falló.
La Conferencia Episcopal reconoció el viernes la veracidad de la misiva.
Francisco llegará a Chile el lunes por la noche y seguirá su viaje a Perú el jueves.