La participación de Alexandre Benalla en la golpiza y en los interrogatorios sobre el manejo del incidente por parte del gobierno francés se está convirtiendo en una de las crisis políticas más grandes que Macron ha enfrentado desde que asumió la presidencia el año pasado.El Palacio del Eliseo despidió al guardaespaldas Benalla un día antes de que la policía allanó su casa el sábado por la mañana en el suburbio parisino de Issy-Les-Moulineaux, de acuerdo con la fiscalía de París.Benalla fue identificado a principios de semana por el diario Le Monde como el hombre que golpeaba a un joven manifestante durante las protestas del Primero de Mayo mientras portaba un casco de la policía. Tanto él como otro hombre implicado enfrentan posibles cargos y están detenidos hasta el domingo.El trabajo parlamentario regular ha estado paralizado durante dos días con preguntas sobre por qué tomó dos meses y medio informar a los funcionarios judiciales y la razón por la que Benalla se mantuvo en su puesto durante ese tiempo. Preguntas sobre si hubo un encubrimiento oficial de sus acciones también se han planteado y sobre si los empleados de la sede de la presidencia francesa gozan de un grado de impunidad no otorgado a los demás.Gerard Collmb, ministro del Interior, enfrentará un interrogatorio del parlamento la próxima semana para revisar si el gobierno no disciplinó de la manera adecuada a Benalla.
Pese a su cambio oficial a un trabajo burocrático, Benalla fue visto este mes en el terreno con la policía en varios eventos de gran repercusión, incluido el regreso del equipo francés ganador de la Copa del Mundo el lunes, un evento al que asistieron cientos de miles de personas.
La tardía remisión de la cuestión a las autoridades judiciales y lo que en general se consideraba como una acción insuficiente por parte del Palacio del Elíseo provocó un torrente de críticas por parte de la oposición.
Macron hasta ahora no ha hablado de los incidentes.