El tercer dominicano y primer jugador de posición en ingresar al Salón de la Fama habló por cuatro minutos en ceremonia de exaltanción en Cooperstown
Cooperstown, Nueva York.- Vladimir Guerrero hizo su carrera de Salón de la Fama hablando con su bate. Ayer, entró oficialmente al Templo de los Inmortales con ese mismo criterio. Un discurso de cuatro minutos, pocas palabras como en sus días de activo, pero con sustancia de agradecimiento y, que conste en acta, un poco de nervios. Un vídeo en la pantalla gigante del Clark Sports Center, sede de la ceremonia de exaltación de ayer en esta ciudad, presentó a Pedro Martínez, su compadre y amigo, haciendo un recuento de su carrera.
Martínez fue su compañero en Montreal y ahora también lo es en el Salón de la Fama junto a Juan Marichal, el trío que representa a la República Dominicana en esta especie de Olimpo de las Mayores. “Me siento orgulloso de Vladi, porque vi su carrera crecer”, dijo Martínez, quien tuvo a Guerrero en su casa en Montreal por un tiempo. “Desde que dio su primer cuadrangular (ante Mark Wholers, de Atlanta) me di cuenta que era especial. Fue ese bateador de bolas malas como nunca ha existido. Hacía cosas a lo Vladi que sólo Vladi podía hacer”, señaló provocando la risa de los presentes.
La antesala de Martínez empezó a las 3:08 de la tarde y duró dos minutos y 54 segundos. Ya a las 3:12, Vladimir era introducido formalmente como miembro del Salón de la Fama con su placa, leída su inscripción por el comisionado Rob Manfred, acompañado por Jane Forbes Clark, principal ejecutiva de la entidad y su presidente, Jeff Idelson, quien al comienzo del acto mencionó a todos los homenajeados de ayer, y cuando llegó el momento de Vladimir lo hizo en español.
Después de los discursos de Larry Wayne Jones Jr., conocido como Chipper, el otrora antesalista de los Bravos de Atlanta, que habló por unos 20 minutos, y de Alan Trammell, el exparacorto de Detroit, que hizo uso de la palabra por 13 minutos, llegó la hora de Vladimir. 3:14 marcaba el reloj, cuando, tras varios gestos de nervios. “Buenas tardes”, fue su primera expresión. “Antes no hablaba mucho, decía que el bate era que hablaba por mí, pero ahora tengo que hablar ya que no estoy jugando”, dijo el expatrullero, que durante 16 años estuvo en las Mayores con Montreal, Anaheim, Texas y Baltimore. Con José Mota, el hijo de Manny Mota como su intérprete al inglés, el Jugador Más Valioso de la Liga Americana en 2004 continuó su breve intervención con un mar de agradecimientos. “Le doy gracias a Dios, a mi mamá, a mi papá, a mi familia que están aquí”, dijo. “También le doy gracias a Julián Paulino, a Víctor Franco, a Arturo Defreites y también a Virgilio Rojo, por ayudarme en redes sociales”, añadió el dueño de 449 jonrones en su paso por el juego. Paulino y Franco lo ayudaron en su desarrollo como jugador, Defreites tuvo que ver con su firma con los Expos de Montreal y Rojo lo apoyó bastante en su manejo con los medios antes de su selección a Cooperstown.
Repitió las gracias al Altísimo, para entonces mencionar las ciudades para las que jugó. “Gracias a Canadá, Montreal porque me dio la oportunidad de jugar en Estados Unidos y en Canadá.
También le doy las gracias a Los Ángeles (Angelinos de Anaheim) que jugué seis años con ellos, yo creo que me siento contento, en Los Ángeles también jugué con Mike Scioscia y mi primer mánager que fue Felipe Rojas Alou”, dijo Guerrero, a quien una considerable cantidad de dominicanos presentes le hizo saber en varias oportunidades que vino a apoyarle con aplausos y coros que decían “¡Vladi! ¡Vladi! ¡Vladi!”
La tormenta de Don Gregorio, donde nació en Nizao, de Baní, tuvo tiempo para mencionar a la tierra en que vino al mundo y por igual hablar del gozo que sentía por tener a sus hijos (9) presentes cuando en su país se celebra el Día de los Padres. Vladimira estuvo vestido con traje azul claro, camisa blanca y corbata roja, en una alusión a los colores de la enseña tricolor dominicana.
Pedro lo grabó con su celular de principio a fin. En el otro extremo, estaba Marichal y frente a él, bajo un sol inclemente, miles de personas que le rindieron tributo. Vladimir fue una estrella en el terreno. Un total de 1,496 remolcadas y promedio vitalicio de .317, entre otros logros, así lo evidencian. Ya es el tercer criollo con su registro autorizado en Cooperstown y el primero que ingresa como jugador de posición. Ni las luces ni los micrófonos fueron su pasión. Para eso tuvo un señor bate que ganó respeto y admiración.
Seis que llegaron al pináculo
Seis jugadores alcanzaron el pináculo de sus ilustres carreras, cuando se unieron al Salón de la Fama del Béisbol de Grandes Ligas durante una soleada ceremonia ayer por la tarde en Cooperstown, New York. Cuatro bateadores – Chipper Jones, Vladimir Guerrero, Jim Thome y Alan Trammell – se unieron a la Clase de 2018, frente a los fanáticos, usando jerseys, gorras de los equipos que representaban.
A este cuarteto se unieron dos lanzadores, Trevor Hoffman y Jack Morris, para completar una clase de seis miembros llena de talentos. Más de 50 miembros del Salón de la Fama asistieron a la ceremonia, que culminó una celebración de una semana en el pequeño pueblo del norte de Nueva York. Los nuevos integrantes aumentaron a 323 la cantidad de miembros en el Salón de la Fama.
Los ojos de Jones se humedecieron cuando vio un video que mostraba los mejores momentos de su carrera de 19 años con los Bravos de Atlanta. El bateador ambidiestro habló sobre su infancia en Pierson, Florida, donde se enamoró del juego. La hija de 15 años de Thome, Lila, cantó el himno nacional en el escenario para dar inicio a la ceremonia del Salón de la Fama. El toletero intimidante que mide 6’4 de estatura y pesa 250 libras rápidamente se transformó en un padre con los ojos llorosos. “Fue el placer de mi vida jugar duro para ustedes durante 22 años”, dijo Thome a los entusiastas fanáticos que no dejaban de aplauidirle.
Los fanáticos de los Padres de San Diego se alinearon en el césped para apoyar a Hoffman, quien se convirtió en el primer lanzador en la historia en alcanzar 500 salvamentos, y luego 600 salvamentos. Terminó su carrera con 601 juegos salvados y una efectividad de 2.87. “Quince años en un sólo lugar, ¿y ese lugar es San Diego?”, dijo Hoffman. “Premio mayor.”