La estricta política de Australia hacia los visitantes que no están vacunados contra el COVID-19 no ha cambiado, dijo el primer ministro ayer, mientras el gobierno se acercaba a una decisión sobre la deportación del tenista serbio Novak Djokovic.
La visa del número uno del tenis masculino fue cancelada la semana pasada a su llegada a Melbourne, cuando se puso en duda la exención a la vacunación que había recibido, pero después ganó una batalla legal por motivos de procedimiento que le permitió quedarse en el país. Djokovic todavía podría ser deportado, una decisión que queda a total discreción del ministro de Inmigración, Alex Hawke, si considera que sería de interés público por motivos de salud y seguridad.
A pesar de las dudas que rodean a la participación de Djokovic en el Abierto de Australia, que arranca el lunes, los organizadores lo incluyeron en el sorteo que se celebró ayer. El serbio iniciará la defensa de su título contra su compatriota Miomir Kecmanovic, que ocupa el puesto 78 en el escalafón mundial, en primera ronda.
El primer ministro, Scott Morrison, afirmó que la política australiana de vacunación contra el coronavirus no ha cambiado desde que hace un mes se abrieron las fronteras para los viajes sin cuarentena. Los no residentes deben demostrar que recibieron dos dosis o “proporcionar pruebas aceptables de que no pueden vacunarse por motivos médicos”, señaló.