La fiebre del automovilismo en el país inició en 1950 cuando Ramfis Trujillo, hijo del dictador Rafael Leónidas Trujillo Molina, organizó las primeras carreras de circuitos en la que solo participaban los allegados a la familia Trujillo.
En ese mismo año, el extravagante diplomático y yerno de Trujillo, Porfirio Rubirosa, se convirtió en el primer piloto dominicano de autos.