El deporte siempre brinda al país lindas, fieles y eternas relaciones. Eso es lo hermoso. Se puede ser héroe, se puede ser villano, pero también se puede ser un gran amor.
Manny Machado es el nuevo amor de República Dominicana. El chico tiene un encanto que enamora. El hecho de ponerse el uniforme quisqueyano para jugar en el Clásico Mundial de Béisbol fue el flechazo que conquistó a toda una nación.
Manny tiene un par de años como uno de los mejores en las Grandes Ligas, ha ganado, incluso Guantes de Oro, ha ido a Juego de las Estrellas, pero no fue hasta ahora cuando República Dominicana lo conoció y amó.
Él es hijo de padre y madre dominicanos, pero nació en los Estados Unidos y, a pesar que siempre había sido coherente con su dominicanidad, hubo la duda entre algunos de sus compatriotas.
Precedentes –para dudar- hay. Álex Rodríguez es uno de ellos. Pero Manny hizo lo que Álex no hizo. Se puso el uniforme de su país en la primera oportunidad que consiguió y, mejor aún, no ha defraudado en el terreno con su ofensiva y su guante, que no es segundo de nadie. Si su juego ha conquistado corazones, su identificación con la bandera tricolor desborda los amores a niveles novelescos. Solo quédese viéndolo un rato fuera de la caja de bateo o de la tercera base y se dará cuenta de lo que escribo.
Manny juega por su sangre, como él mismo escribió en un brillante artículo que publicó el sitio web The Players Tribune.
Ese material es una lección de vida. Machado se muestra tal como es al contar acerca de las razones que lo motivaron a jugar por República Dominicana en vez de Estados Unidos, el lugar donde nació.
Sus raíces lo ataron. Ese es un vínculo que jamás romperá. Eso es lo que hace bonita esta historia, eso, amén de sus hazañas en el campo de juego, es lo que tiene enamorado a todo un país que poco a poco pierde valores como los que enarbola Manny. Estoy seguro que después de este Clásico Mundial de Béisbol, sea cual sea el resultado, Machado ya no será el chico que juega con Baltimore.
Será el novio de República Dominicana.