Así como los jueces hablan por sentencia, los atletas están llamados a ejecutar en el terreno.
Dellin Betances se sintió maltratado por la plana mayor de los Yanquis durante el proceso de arbitraje salarial, cuando el presidente del conjunto, Randy Levine, dijo que “Dellin Betances no es un cerrador, al menos basados en estadísticas” para contrarrestar las aspiraciones del dominicano y sus representantes de un salario de cinco millones de dólares.
Al entender del alto ejecutivo, ese sueldo es para la élite de los apagafuegos. La pelota es un negocio y eso es de las pocas cosas que salen a relucir. No se puede culpar a Dellin por querer una mejor remuneración ni a un jefe de los Yanquis de Nueva York por no acceder por completo a su petición.
Lo que Betances sí puede controlar es lo que actualmente ejecuta con calidad en el terreno: demostrarle a Levine y al resto de la humanidad que puede preservar victorias con la autoridad requerida y cuidado si mejor que cualquiera con una paga superior a la de él.
Desde que asumió las funciones del lastimado Aroldis Chapman (14 de este mes), Betances tiene cinco salvamentos y no le han hecho carrera limpia.
En sus últimos cinco episodios, compila 10 ponches y apenas le han pegado un imparable. En general, tiene 32 ponches en 17 entradas y un tercio, un WHIP de 0.98 y un promedio de carreras limpias de 0.52.
Son números brutales. Dellin prueba que reúne las condiciones para apagar el fuego del noveno. Es su mejor respuesta.