España sufrió, pero remontó ante Marruecos (1-2) gracias a los goles de Fermín López y del revulsivo Juanlu Sánchez en la segunda parte para volver a disputar una final olímpica. La segunda consecutiva tras la de Tokio 2020 en la que se fue con una plata que intentará convertir en oro el próximo día 9 de agosto en París.
El partido lo empezó ganando Marruecos en las gradas. En la reunión prepartido del domingo se comunicó que el público iba a estar dividido en un 70% para Marruecos y un 30% para España. Fue un porcentaje muy optimista de para los españoles.
El rojo y el verde fueron amplia mayoría con alguna bandera de España esporádica en un Vélodrome que no se llenó. Unos 60.000 espectadores de los 67.000 de capacidad máxima.
Un detalle. Cuando empezó a sonar el himno de España aparecieron pitos -y bengalas- por parte de la afición marroquí, que rápidamente fueron contestados con un aplauso generalizado. Este fue el único gesto amable de una afición que apretó para ver a los suyos hacer historia.