Una vez más, el número 34 se adueñó del Fenway Park.
El estadio de más antigüedad en las Mayores vibró con la presencia del poderoso bateador zurdo que aportó en cantidad industriales para que la alegría regresara en 2004 a la que entonces era una de las ciudades más sufridas en las Mayores.
“¡Papi! ¡Papi! ¡Papi!” Se escuchó al unísono a las 6:52 de la noche, segundos después de que David Américo Ortiz, pantalón oscuro, camisa blanca, chaqueta de cuadros azules, lentes de sol y sus inseparables aretes, ingresara al terreno para el homenaje que le realizó el equipo patirrojo tras su ingreso oficial al Salón de la Fama de Cooperstown el pasado domingo.
“Buenas noches ¿qué tenemos Boston? Su amuleto de la suerte ha llegado”, dijo Ortiz en sus palabras de apertura de otro discurso directo desde el corazón. Y no es para menos, David, además de 2004, fue campeón en 2007 y 2013. En el terreno, una amplia brigada de voluntarios ayudaron a poner en despliegue banderas gigantes de cada uno de esos títulos.
El dominicano habló a poco más de un metro de la lomita y desde un podio que tenía un número 34. A sus espaldas estaba la placa que le acredita como miembro del Salón de la Fama.
Su familia estaba del lado de la tercera base. Presentes también la comitiva designada por el presidente Luis Abinader para su semana de exaltación y del lado de la primera base la plana mayor de Boston; sus otrora dirigentes Terry Francona, actual capataz de los anoche visitantes Guardianes de Cleveland, John Farrell, así como Theo Epstein, quien lo firmó en 2003.
Cerca del autor de 541 jonrones estaban los inmortales Jim Rice, Carl Yastrzemski, Pedro Martínez y Vladimir Guerrero.
“Quiero agradecer a todos los fanáticos, a todos los fanáticos de Boston en el mundo, porque sin ustedes no hubiese sido posible”, dijo en la continuación de su alocución. “Mi motivación para hacerlo mejor cada día fueron ustedes”, agregó.
Inmortal y querido, dueño de un prontuario imponente y con un sello indeleble en la memoria de los parroquianos de Boston, Ortiz recibió otro tributo a la altura de su investidura.
Eran las 7:02 cuando realizó el picheo de honor al excapitán Jason Varitek. Al salir del terreno se podía sentir la energía positiva del “Papi” que Boston adora.