D’Angelo Ortiz está ansioso que llegue el domingo para ser testigo del gran momento del hombre que ha sido su todo: padre, consejero, amigo y demás calificativos de puedan existir.
“Allá estaremos si Dios lo permite. Mi papá ha tenido momentos inolvidables, pero este es el mejor de todos”, dice Ortiz antes de iniciar una sesión de entrenamiento en el Campanelli Stadium, hogar de los Brockton Rox, donde estará en el verano como parte de su agenda como futuro pelotero.
“Si algo admiro de mi papá es que sin importar las circunstancias siempre ha trabajado fuerte, nunca se ha rendido y ha seguido hacia adelante. Eso es parte de lo que le ha llevado a estar en esa posición”, agrega el joven de 18 años de edad.
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¿Cómo se llevan padre e hijo? “Mi papá siempre ha sido honesto conmigo”, responde con un inglés fluido que en ocasiones recibe su dosis de español, especialmente cuando se toca el tema de su futuro en el béisbol.
“Lo que me ha exigido es hacer las cosas correctamente. Uno se equivoca y él entiende que uno es joven, pero siempre ha estado ahí para hacerme saber si donde estoy no es el lugar indicado o si no hice algo como debía. Eso lo valoro porque al final uno aprende”, añade D’Angelo.
Ortiz, en el estadio junto a los hijos de Manny Ramírez, Pedro y Ramón Martínez, solo piensa en pelota por ahora.
“Eso es lo que yo quiero, ser pelotero y mi papá lo sabe y me apoya. Si tengo que ir a una academia en República Dominicana, nos vamos. Si hay que ir para Jamaica, nos vamos. Mi papá lo entiende y me apoya “, dice sin titubeos el tercera base.
Mientras llegan las horas, su mente se ocupa en estar presente en la ceremonia de este domingo 24 en el Clark Sports Center en Cooperstown, Nueva York.
“Mi papá es salón de la fama como papá. Eso me queda claro, pero también lo del domingo significa mucho para República Dominicana, para Boston, para muchas personas que él ha impactado. Doy las gracias por todo eso junto a mi familia”, dice D’Angelo.
David tuvo una destacable carrera en las Grandes Ligas, en especial con los Medias Rojas de Boston, equipo al que llegó tras ser dejado en libertad por los Mellizos de Minnesota.
En 20 temporadas en las Mayores, Ortiz compiló un total de 541 cuadrangulares, 1,768 carreras remolcadas en 2,408 encuentros con Minnesota y Boston. Registró un promedio de bateo de .286.
Además de su paso por las Grandes Ligas, también acción en la pelota otoño-invernal con los Leones del Escogido, así como participar en dos Series del Caribe.
Con el equipo escarlata, participó en 254 partidos, donde conectó 24 cuadrangulares, remolcó 164 carreras y bateó para .276.
En tanto, en el clásico caribeño, accionó en 32 encuentros. Pegó un total de 42 imparables, de los cuales 12 fueron dobles y cinco vuelacercas y un promedio con el madero de .355.